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domingo, 3 de octubre de 2010
100 AS (XXXI): Miest Kinooperatora (1911) Ladislas Starevich
En la revisión semanal de la lista de mejores cortos animados que compilara el festival de Annecy, le ha tocado el turno a un corto fundacional de esa forma. Se trata de Kiest Kinoooperadora (La venganza del cameraman) rodada en 1911 por Stanislas Starevich, uno de los nombres míticos de la técnica que los anglosaxos llaman stop-motion.
Cuando hablo de "fundacional" y de "mítico" no estoy exagerando. Todos recordamos la famosa anécdota de las primeras proyecciones de los hermanos Lumière, cuando el público creyó que la locomotora que veía en la pantalla iba a arrollarles y huyó aterrorizado. En este caso, la leyenda dice que los espectadores creyeron que Starevich había entrenado a los insectos protagonistas para que actuaran en el corto, al no poder concebir que lo que estaban viendo no fuera real.
En defensa del público de aquel entonces hay que alegar que, aunque muertos, Starevich utilizó insectos auténticos, lo cual le da un innegable realismo, pero no es menos cierto que en este corto fundacional, uno de los primeros de la stop-motion, el animador ruso rozó la perfección. Aún hoy, un siglo más tarde, sigue siendo asombrosa la suavidad con que se mueven sus criaturas y sobre todo la imaginación que derrocha a la hora de reproducir los sentimientos que se supone deben animarles.
No obstante, este corto no es simplemente una antigualla polvorienta que deba ser recordada por constituir un hito en su técnica. En primer lugar, su excusa argumental está especificamente destinada a un público adulto, al narrar un doble adulterio dentro de un matrimonio con un desparpajo y un desenfado que nos parecen impropios e imposibles para la sociedad de su tiempo. Pero no se queda ahí, Starevich es capaz de convertir el corto en una película dentro de una película, puesto que la venganza a la que se refiere el título es la de un cameraman que, insultado por el marido de ese matrimonio, rueda su infidelidad y la proyecta en los cines en los que trabaja.
Y es ahora cuando debíamos quedarnos con la boca abierta, pues este humilde corto de hace un siglo, perteneciente a un tiempo que consideramos tan lejano como los antiguos romanos, acaba de representar ante nuestros ojos sorprendidos, la razón última del éxito de Youtube & co, el subir vídeos jocosos que nos permitan reírnos de nuestros semejantes.
Como siempre les dejo aquí el corto, pero esta vez para que se asombren con su perfección, osadía y modernidad.
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