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domingo, 10 de agosto de 2008
Comedy Gold
Pocas personalidades de la historia del cine han levantado tanta polémica en el mundo de la animación como Disney, quizás por su monopolio absoluto en la animación desde 1940, tras la quiebra de los Fleischer, sus rivales con mayor talento, hasta 1970, cuando tras la muerte de Walt el estudio perdió completamente el norte y fue incapaz de reencontrar su magia, en el marco de la crisis del sistema de estudios americano.
Una personalidad a la que se a acusado de imponer un cine familiar, empalagoso, escapista y acomodaticio (lo cual es cierto), para al mismo tiempo señalar sus obras como sádicas y crueles, que buscaban asustar a los niños y hacerles sufrir (lo cual también es cierto, pues por propia experiencia no guardo buenos recuerdos de las películas Disney que vi en el cine). Una persona de la que se cuenta que manejaba con mano de hierro el estudio, pero que a su vez desde 1940 se desinteresó completamente de la animación, lo que da un aire extraño y casi antiDisney a muchos de su proyectos de los 50, y que incluso antes había dejado gran parte del trabajo de animación a otros, limitándose a ejercer de coordinador.
No obstante, la principal característica Disney, o al menos aquella que lo distingue de otros estudios de su época, es la perfección de su animación, una perfección que en muchas ocasiones se convierte en un defecto, al impedir lo que podríamos llamar "desmelene" y que ocasiona que muchas veces se pierdan los efectos cómicos, al no poder acelerar el ritmo o simplemente romperlo. Por supuesto, y voy a hablar de los cortos que hacía Disney, este defecto variaba en intensidad según el personaje protagonista, lo que convertía a los cortos de Donald, simplemente por el carácter irascible, intransigente y propenso a todas las catástrofes, en los más divertidos de todos, puesto que al igual que el pato tendía a destrozar sus alrededores, de las misma forma los animadores podían imitarle y seguir su estela sin que nadie se lo reprochase.
Esta "virtud" de Donald se observa desde los primeros cortos en color, como es Donald and Pluto (1936) con el que he abierto la entrada. La premisa es simple, Pluto se traga un imán que comienza atraer a todos los objetos metálicos cercanos, incluido el martillo que maneja Donald. Un corto en el que la destrucción, el mayhem que dirían los británicos, va subiendo y subiendo de tono, casi como un corto Warner fuera de la Warner, llegando a un extremo de paroxismo en que el protagonista olvida que está colgando del martillo... ¡ y comienza a andar por el techo!
Ver este corto, uno de los primeros recogidos en el Chronological Donald, me produjo una grandísima sorpresa, dada mi experiencia con Disney y mis prejuicios sobre su producción. Claramente en un ambiente como el de los cortos, más libre y menos sometido a la supervisión del jefe, los animadores y guionistas tenían la oportunidad de, como digo, "esparramar". Un desmelene que no era un caso aislado, puesto que en otro corto posterior, Hockey Champ (1939), en medio de un partido de Hockey salvaje y sin reglas entre Donald y sus sobrinos (y no deja de llamarme la atención lo cruel, marrullera y violenta que es la familia de los patos disneyana) nos encontramos con esta genialidad, cuando Donald resbala sin control hacia una cascada...
...pero antes de caer aprovecha para crear una inmensa salpicadura...
...que se congela y le permite volver al campo (de batalla)...
..seguido inmediatamente por su sobrinos...
... que tienen que recurrir a todo tipo de acrobacias para no salirse de la pista...
Un dinamismo y un desmelene inusuales en Disney, incluso hoy, y sin ningún asomo de sensiblería o sentimentalismo, simplemente, los conflictos más primarios, ése no permitir que el enemigo, Donald o sus sobrinos, quede por encima de nosotros.
Pero el mejor de todos por ahora es Mr Duck steps out (1940) un corto que parece salido de los Fleischer, por sus siete minutos de Jazz desbocado, con la familia pata bailando como si no hubiera futuro, la inusitada sexualidad para Disney, con Daisy citando a Donald de la manera más descarada y sugerente posible.
...o la manera en que éste la llama para que bailen juntos.
Un corto del que estas capturas no son otra cosa que un pálido reflejo y que hay que verlo, con la música sonando y con los movimientos de los danzantes sincronizados con ella, para poder disfrutarlo.
Así que aquí lo tienen, para que se diviertan tanto como yo lo hice... y no se preocupen por el diálogo, muchos anglosajones son incapaces de entender a Donald, con razón, e inténtelo ver con la máxima calidad, que lo merece.
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