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domingo, 21 de enero de 2007

Et in Arcadia, ego. Second Round.

Según acabé de leer la entrada que escribiera ayer, me di cuenta de que había otra interpretación posible al lema Et in Arcadia, Ego.

Yo pensaba que la calavera, y la leyenda que la acompañaba, no eran otra cosa que un memento mori, un recuerdo de que esa juventud gozosa, ese continuo holgar, gozar y amar, en el que se resumía el paraíso profano que se imaginaba en la Arcadia, terminaría forzosamente en la muerte, y antes que en ellas, en la vejez, el dolor y la desesperación.

Sin embargo, existe otra interpretación, esa calavera, ese recuerdo de lo que antes fue un hombre, no puede disfrutar del paraíso, aunque viva en él, y si en ella, restase aún algo de la conciencia que vivió en su interior, no podría imaginarse mayor tormento, indistinguible de los eternos e incesantes castigos del infierno cristiano, que aquel consistente en alcanzar el paraíso, vivir en él por toda la eternidad, admirar cada y cada noche su belleza, la alegría de sus habitantes, y no poder disfrutarlo, ni compartirlo.

Sin que ni siquiera existiera la vía de escape del suicidio, puesto que ya se estaba muerto.


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