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miércoles, 6 de noviembre de 2019

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Les adelanto que me he llevado una gran decepción con Waka okami wa shôgakusei! (Okko, el hostal y sus fantasmas, 2018) de Kitaro Kosaka. No es que esperase mucho de ella,  aunque en situaciones similares me he llevado más que agradables sorpresas, caso de las primeras películas de Mamoru Hosoda. A primera vista, Waka okami wa shôgakusei! no pasaba de ser un mero entretenimiento amable, en la que se mezclaban situaciones de todos los días -los problemas, para una niña, de aprender a trabajar en una fonda de montaña-, junto con elementos sobrenaturales -los muchos fantasmas y espíritus que habitaban esos lugares-.  Pues bien, según empecé a verla la película se me derrumbó, haciendo que me fuera imposible no sólo tomarla en serio, sino disfrutarla como un esparcimiento sin pretensiones.

El problema no es privativo de esta película, sino uno común a todo el cine actual, al menos el comercial: la endeblez de los guiones. El público actual espera que la película le ofrezca un cierto producto, ya sea acción, romance, fantasía o, en general, emociones fuertes, sin tener paciencia para llegar a ellas de una manera lógica y bien trabada. Una vez abocetados los personajes se salta de manera abrupta al conflicto dramático, sin intentar justificarlo en los caracteres de los protagonistas -muchas veces escritos a posteriori del hecho transcendental que lanza la trama-, ni en su pasado, experiencia, situación o posición -de nuevo, presentados después a salto de mata, cuando la acción amenaza con encallar-. Se sigue a rajatabla ese consejo tan dañiño de Cecil B. de Mille, el de empezar con un terremoto e seguir luego ascendiendo, si no fuera porque lo que ocurre es que se ha gastado la munición al primer embate, sin que se se sepa que hacer luego con el embrollo creado.

Esa improvisación y falta de lógica sería comprensible en el cine experimental -tan aficionado a meterse en problemas, para luego buscar a tientas una salida-, pero no en un cine que se sabe y siente narrativo. Es decir, portador de un mensaje que se pretende comunicar de manera clara. Como consecuencia de primar el impacto emocional y visual, ni personajes ni relaciones tienen sentido, mucho menos resonancia afecitva, al tiempo que todo lo que les ocurre parece arbitrario. Motivado, en definitiva, por la necesidad de mantener la película en marcha, solucionar el embrollo en que ellos mismos se han metido, y llenar el espacio que se les ha asignado.

Así, Waka okami wa shôgakusei! se empoza, desde un principio, en una ciénaga. La niña protagonista, Okko, vive feliz con sus padres, pero para que la trama arranque es necesario sacarla de ese refugio para forzarla a vivir con su abuela, la dueña de la posada. Se me ocurren, así a bote pronto, multitud de soluciones elegantes y sin estridentes para conseguir ese cambio vital. Sin embargo, se ve que no soy un guionista avezado, puesto que lo correcto, según los escritores de la película, es hacer morir a los padres en un horrible accidente de tráfico, del que la niña protagonista es testigo.

¿Exagerado? En demasía. ¿Innecesario? Sin dudarlo. Sin embargo,  con ese inicio, brusco, drástico e inesperado, se podría haber construido una gran película, si se hubiese tenido en cuenta que condicionaba toda la historia. Es decir, mostrando como la niña protagonista tiene que aceptar la desgracia que le ha acaecido y reconstruirse en ese nuevo entorno al que ha sido arrojada. Sin embargo, en apariencia nada cambia, la niña sigue tan feliz y tan contenta, sin secuelas de ningún tipo. Tanto, que me costó un buen rato darme cuenta que los padres habían fallecido, cosa que parecía ausente a la propia niña.

Sí que lo hará, pero sólo al final y para intentar justificarse. Hasta ese momento, la cinta no es otra cosa que otra película constumbirsta más, en la que la protagonista tiene que adaptarse a un entorno nuevo, aprender un trabajo y conocer nuevos compañeros de colegio. Sin que existan conflictos infranqueables, ni derrotas definitivas, pero sí muchos fantasmas monos y personalidades excéntricas, que no ejercen otro papel que decorativo. Tanto que básicamente, son meros peldaños para que la película sigua andando, en la que su papel se reduce a ser presentados, relacionarse un tanto con la protagonista y ser tirados a la basura, sin que hayan tenido efectos duraderos. Ni en la trama, ni en la personalidad. Defecto, por lo demás, que tiene carácter de epidemia en el manga/anima, tan dado a multiplicar personajes para luego no saber que hacer con ellos.

Y es triste, porque algunos de los que aparecen por Waka okami wa shôgakusei! son más que interesantes y merecerían un mejor trato. Como ocurre con la animación, expresiva e imaginativa, pero malgastada en naderías. Aunque, con los medios que ahora se tienen, ¿qué película hay que no pueda permitirse estar por el encima del nível técnico de hace uno o dos años atrás?

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