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domingo, 9 de abril de 2017

La lista de Beltesassar (CLXVIII):Le peuple de l'eau (1992) Paul Driessen





















Como todos los domingos, continúo con mi revisión de la lista de cortos animados realizada por el misterioso profesor Beltesassar. Esta vez ha llegado el turno de Le Peuple de l'Eau (la Gente del Agua), corto realizado en 1992 por el animador holandés Paul Driessen.

Driessen es uno de los grandes maestros de la animación contemporánea. Sus obras son inmediatamente reconocibles por su estilo de dibujo, caracterizado por siluetas delimitadas por un trazo grueso, casi como si las rodeara un cordel, y en continuo temblor, a punto siempre de derrumbarse sobre sí mismas. Sin embargo, más allá de estas peculiaridades visuales, sus cortos siempre sitúan sus narraciones en un territorio ambiguo, anfibio y limítrofe. Es propio de su manera de entender la animación el mostrarnos simultáneamente desarrollos distintos de una misma historia, o colocarnos en lugares fronteras que sus personajes cruzan una y otra vez, con consecuencias habitualmente irreversibles. Todo ello aderezado con continuas referencias a los cuentos y leyendas populares, sólo que desprovistas del consabido final feliz.

Le Peuple de l'Eau nos sitúa así en una de sus habituales tierras de nadie. Se trata de una extraña población donde la vida de los habitantes se realiza a medias sumergidos bajo el agua, a medias fuera de ella. El corto se construye sobre una larga serie de imposibles, al mostrar como nuestras acciones diarias continúan realizándose en ambos elementos, sin que esto suponga dificultad ni interrupción alguna. A esto se añade la irrupción destructiva de dos veraneantes de la tierra firme, quienes, como en muchas otras obras de Driessen constituyen la fuerza que a punto estará de dar al traste con el orden habitual de las cosas. Por último, y como último hilo de la trama, se introduce una variación inesperada al cuento de hadas, en concreto al de la cenicienta.

En otras ocasiones, esta agregación de elementos dispares e irreconciliables, constituía un reto que permitía a Driessen dar lo mejor de sí mismo.  De hecho, para el espectador el tener que ir adivinando, a medida que transcurre el corto, el sentido y las posibles derivaciones de lo que se nos esta contando constituye uno de los mayores atractivos de las obras de este animador. Sin embargo, en esta ocasión me parece que Driessen no acaba de armonizar bien las tres líneas narrativas que intenta tejer en el corto. A mitad de su recorrido, lo que parecía ser impulso principal, la vida anfibia de sus personajes, queda relegado a un segundo plano, mientras que las interrupciones de los veraneantes y, sobre todo, el cuento de hadas pasan a primer plano.

El problema no es tanto esta transferencia de significado, sino que los otros elementos, especialmente la reescritura cínica del cuento de hadas no acaban de encajar bien en el mundo que Driessen nos propone. Da la impresión que podría haber utilizado esos mismos elementos en otro corto completamente distinto, sin apenas variarlos. Esta sospechas se hacen seguras cuando el corto llega a un final abrupto, como si Driessen no hubiera sabido como concluirlo y hubiese preferido hacerlo de cualquier manera. Es un patinazo imperdonable, en su caso, porque es inusual en su trayectoria. Los cortos de Driessen suelen ser mecanismos perfectos de relojería, donde todas las vueltas y revueltas, trucos y omisiones, cobran sentido en el final. 

Aún más sorprendentes y efectivos, por el hecho de que el espectador se da cuenta que ningún elemento era gratuito, que todo estaba pensado meticulosamente para ese final. Todo lo contrario que en este corto.

No les entretengo más. Como siempre, les dejo aquí el corto. Es una obra menor en la trayectoria de Driessen, pero no por ello menos importante, a pesar de sus defectos. Disfrútenlo y ojalá que les  sirva de entrada al mundo sorprendente de este animador.


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