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domingo, 6 de diciembre de 2015

La lista de Beltesassar (CXVII): Morir de Amor (2004) Gil Alkabetz













Como todos los domingos continúo mi con revisión de la lista de cortos animados realizada por el misterioso profesor Beltesassar. Esta vez ha llegado el turno a Morir de Amor, corto realizado en 2004 por el animador isrealí, afincado en Alemania, Gil Alkabetz.
Alkabetz es uno de los directores de animación recientes de nacionalidad germana más interesantes - el otro sería Andreas Hykade, de quien ya hemos hablado en otras ocasiones -. Lo más llamativo y atractivo en el modo en que Alkabetz aborda la animación es su versatilidad casi proteica, que le permite reinventarse - y sorprendernos - a cada corto. Así, este director es capaz de evitar y subvertir la mayor objección que se le pone al genero corto, su dependencia de una anécdota mínima y en muchos casos banal. Alkabetz, por el contrario, procede a construir sobre esos pobres cimientos temáticos complejas edificaciones estéticas, en cuya erección y exploración radica el valor último del corto.
Morir de amor, como todos sus cortos, parte de una anécdota nimia, el descubrimiento devastador que un anciano realiza al final de su vida. La diferencia con otras historias similares estriba en que la revelación se produce a manos - mejor dicho, a picos - de unas cotorras parlanchinas que este hombre tiene como mascotas, que con su parloteo le llevan a deducir ciertos hechos sórdidos que nunca llegó a sospechar. Precisamente, que este descubrimiento sea fortuito y se produzca por medio de animales inocentes, ignorantes de lo que están haciendo, es lo que hace original al corto, ya que el punto de vista que adopta Alkabetz no es el del supuesto protagonista, sino el de sus mascotas.

El modo en que se nos narra la historia adquiere por tanto rasgos de auténtico juego, en forma de esos sonidos con los que estos pájaros buscan entretenerse, mientras esperan que su amo les dé de comer. Es de este intercambio de imitaciones y remedos, interrumpidas por los ruidos que vienen del interior y exterior de la casa, de donde va surgiendo la historia olvidada, al ir cristalizando estas alusiones sonoras en los recuerdos auditivos de otro tiempo largo tiempo pasado. 
Esta reconstrucción sonora, asímismo, se traduce en imágenes, momento que Alkabetz elige para cambiar el acabado formal del corto. La animación pasa de un dibujo desmañado,  de estar restringida a un blanco y negro sin matices, propia de una vida que termina, a otra plenamente colorida y luminosa, plena en detalles y matices, apropiada para una juventud que sólo existe ya en el recuerdo difuso... lo que no quiere decir que, desde el punto de vista de movimientos, gestos y expresiones, que ninguna de las secciones desmerezca de la otra.

El resultado final es un corto que consigue ese milagro visual que se supone distingue al cine de una mera ilustración de contenidos literarios. Una diferencia que no sólo consiste en la definición de una serie de imágenes clave/motivo, sin las cuales esa historia no tenga ya existencia aislada, sino sobre todo en composiciones que sugieran e indiquen posibilidades que no existían en el texto original, ni siquiera en la forma de sospecha. Una fe en lo mostrado y visto, que Alkabetz, como muchos directores de animación, lleva casi al límite al realizar un cine sin palabras, pero sonoro. Mudo, pero sin merma de expresividad alguna.

No les entretengo mas. Como siempre, aquí les dejo el corto. Obra notable de un director notable, de ésos pocos que han conseguido hacerse un lugar en la historia de esta forma.

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