Como todos los domingos continúo mi con revisión de la lista de cortos animados realizada por el misterioso profesor Beltesassar. Esta vez ha llegado el turno a Good Song (La buena canción), video musical realizado en 2004por David Shrigley para el grupo británico Blur.
Si la semana pasada les hablaba de un género oficioso de la animación, el filme de estudiantes, hoy toca otro, el vídeo musical. Normalmente, se suele considerar que esta forma tiene su origen en los años 80 del pasado siglo, con la aparición y éxito de los canales musicales monotemáticos, tipo MTV. Sin embargo, esta manera ha existido, de una manera u otra, más o menos visible, más o menos consciente de si misma, desde el momento en que se inventó el sonoro en 1928. Ya en en 1930, los hermanos Fleischer estaban rodando piezas animadas para hacer publicidad de los artistas del momento - como los músicos de jazz Louis Amstrong y Cab Calloway - momento desde el que el binomio animación-música se hizo inseparable, para componer una larga lista de cortos donde ambas artes se imbrican de manera perfecta. Tanto desde un punto de vista vanguardista, como es el caso de Oskar Fischinger o Mirai Mizue, como de manera más popular y comercial, caso de los Fleischer o este video de Blur.
Sin embargo, el vídeo musical como tal, en su forma desde los años 80 presenta importantes limitaciones, incluso defectos. No se trata, en contra de la opinión más corriente, de un problema de montaje acelerado o de un supuesto bombardeo de imágenes impactantes que se agotan en un mero virtuosismo técnico sin profundidad alguna. Si fuera así, tendríamos que arrojar a la basura buena parte del cine experimental de los sesenta, Brakhage y Mekas incluidos. La cuestión es más bien que nos encontramos ante productos publicitarios, orientados a vender los discos del artista que se ilustra y, por tanto, obligado a mostrar en todo momento para que sea perfectamente reconocible a la hora de la compra. Esta necesidad utilitaria lasta la mayoría de los vídeos musicales, que no suelen capaces, por que no se les deja, claro, de proponer algo distinto, que se eleve del mero anuncio y aspire a ser más que mera obra de circunstancias, para usar y tirar.
Curiosamente los vídeos musicales que utilizan la animación como medio suelen ser los más libres, incluso los más atrevidos formal y conceptualmente, aunque esto no quiera decir que lleguen a librarse completamente de los defectos antes citados. Un caso claro de este techo formal es, por ejemplo, el vídeo que se le encargo a Svankmajer para ilustrar la canción de un artista olvidado de los años 80, Hugh Cronwell, que prácticamente se reduce a un catálogo de tics de este animador, sin llegar, ni por asomo, a la intensidad y complejidad de sus cortos. No obstante, un análisis y un juicio del subgenero del vídeo musical está aún por emprender y construir, puesto que ese carácter de usar y tirar, unido a su estar destinado a un público generalmente adolescente, los suelen hacer pasar sin pena ni gloria, o quedar olvidados inmediatemante independientemente de su valor, maestría o audacia.
Y tras este rollo interminable, ¿qué tengo que decir del video de Blur/Shrigley? Pues más bien poco. Como corto de animación me ha dejado bastante frío, limitado su impacto a un estilo desarreglado y a una supuesta subversión temática - la good song acaba por concluir en una bad love story -. Le ocurre así lo peor que puede ocurrir a una obra de arte, no el ser mala, sino el ser completamente indiferente e intrascendente.
De todas maneras, se lo pego aquí, como siempre. Espero que la próxima semana podamos disfrutar de un corto más interesante.
Tiene gracia porque precisamente hace unos días estuve discutiendo sobre videoclips animados con un amigo aficionado a la animación. Él me comentaba que es incapaz de soportarlos, fundamentalmente por el hecho de que suelen estar al servicio de la canción con la consiguiente limitación de libertad artística. Yo le daba la razón en buena medida y ponía el videoclip de Svankmajer como ejemplo de esfuerzo y talento desaprovechado (más teniendo en cuenta que lo rodó en los 80, en medio de varios de los mejores cortos de su carrera).
ResponderEliminarLa cosa es que me puse a mirar mi colección de cortos y efectivamente, los videclips son un porcentaje bastante escaso y la mayoría son ejemplos de autores que procuran no limitarse poniéndose al servicio de la música sino que, como mucho, se adaptan al tono de la canción y exploran su propia creatividad. Pego algunos ejemplos, por si interesa:
https://vimeo.com/71893945
https://vimeo.com/31110838
https://vimeo.com/88764798
https://vimeo.com/123219861
Gracias por el apunte. Yo añadiría este. Clásico pero efectivo.
ResponderEliminarhttps://youtu.be/aDaOgu2CQtI
Y tengo vagos recuerdos de otros (en su mayoría encontrados a través de Cartoon Brew, cuando esa web era referencia absoluta) pero soy incapaz de recordar Grupo o animador.
Se necesita un ejercicio de arqueología de los últimos 35 años.
Y en la frontera entre el corto pleno y el vídeo musical están estos de la colección Japan Animator Expo, interrelacionados entre sí y reescritura de una música que parece haber sido compuesta para los cortos, y no al contrario.
ResponderEliminarhttps://vimeo.com/113761700
https://vimeo.com/139288942
Y creo que el problema de los vídeos musicales es que no tenemos a un animador que haya utilizado la música para dar rienda a su creatividad, como tú apuntabas, sino siquiera obras en colaboración en que música e imagen cuente la una con la otra y se adapten modifiquen
Lo que tenemos son encargos que buscan simplemente ilustrar.