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sábado, 15 de agosto de 2015

Bromas y veras






















Por poco que hayan oído hablar del anime hay un concepto que les será inseparable de esta forma de animación: el sexo. Al contrario que la animación comercial occidental, dominada por el concepto disneyano de cine familiar, el anime japonés se ha caracterizado por una unusual libertad, al menos para nosotros, a la hora de representar al cuerpo humano desnudo o el resto de acciones/sentimientos/pasiones que de esa desnudez se derivan y que poco tienen de inocentes.

Lo anterior no significa que esta libertad en la representación vaya unida  con el concepto occidental de libertad sexual. Japón sigue siendo muy conservador en estos temas,por lo que este desenfado en lo que concierne a las relaciones sexuales es más bien una válvula de escape. Su enfoque oscila, por tanto, entre los efectos más rabiosos del hambre sexual, unaprofunda separación entre los papeles de los sexos que roza la auténtica discriminación, cuando no la propia violencia unidireccional, o un  concepto del humor cuya audacia traiciona una sociedad reprimida en la que ciertos límites no se pueden cruzar... o si lo hacen, debe venir acompañado de una inmediata vuelta atrás de la que no se siga consecuencia alguna, pareja a la de un coitus interruptus.

Por supuesto, esto son estereotipos, pero esta temporada de verano parece haber venido a confirmarlos por completo. Okusama ga Seito Kaichō! (Mi mujer es la presidenta del consejo escolar) no pasa de ser una fantasía masturbatoria que se pretende avanzada y rompedora, pero siempre termina desdiciéndose a sí misma, despertándose antes de consumar. Monster Musume (Monster Girls) no es otra cosa que el enésimo anime/harem con el hombre que acaba rodeado por una colección de bellezas, en este caso con la libido disparada debido a su condición de fenómenos de la naturaleza.Y así suma y sigue.

Luego, está Shimoneta.

Shimoneta to Iu Gainen ga Sonzai Shinai Taikutsu na Sekai (Un mundo donde está prohibido decir chistes guarros), por decir su nombre entero, se distingue de las obras anteriores porque bajo su apariencia de ser más de lo mismo, se esconde una profunda intencionalidad política, justo aquella de la que otras series/películas carecen. La premisa de Shimoneta es la de un mundo donde todo contenido sexual ha sido prohibido, incluyendo las palabras ofensivas o la más  sumaria educación sexual. Esa sociedad presume, por tanto, de ser la más pura y ordenada de todo el mundo, un ejemplo de moral y virtud para el resto de naciones civilizadas... pero en realidad ha devenido un nido de enfermos reprimidos, incapaces de dominar sus instintos básicos y controlarlos, simplemente porque no saben reconocerlos.

La serie es así una enmienda a la totalidad de todo movimiento que se pretenda "reformador" o "regenerador", al mostrar su carácter dañino, contrario a sus propósitos iniciales de salud y estabilidad, que se alcanzarían mucho mejor, y mucho antes, con una sociedad que aceptase el sexo como algo natural e informase a sus jóvenes de su importancia, su maravilla y sus peligros, antes de que se metieran en líos. No obstante, a pesar de estas loables intenciones, con las que coincido completamente, Shimoneta podría  haberse convertido en un pesado panfleto, desprovisto de toda diversión, que es lo peor que puede ocurrir a cualquier cosa relacionada con el sexo.

Muy al contrario, Shimoneta es una serie que desborda desenfado e imaginación para  desarrollar su premisa central. La manera en que lo consigue es encarnando estos ideales en un grupo de resistencia llamado SOX (sexo, de otra manera), que se dedica precisamente a decir a ese mundo tan puro y decente a la cara lo que no quiere oír, mediante acciones de terrorismo cultural. El resultado, dado el grado de ignorancia y represión de ese mundo futuro, es que el más mínimo taco, la más inocente ilustración alusiva, pueden hacer tambalearse los cimientos de la sociedad perfecta.  Un desmoronamiento ideológico que en Shimoneta se traduce en el absurdo y la confusión más hilarante, una vez que las barreras impuestas son superadas y derribadas por la propia naturaleza que se desea negar.

De esta manera, seriedad y diversión, lo soez y lo elevado se combinan de manera perfecta, convirtiendo a Shimoneta en un pequeño milagro animado, un lugar donde el chiste verde se convierte en auténtica arma política, la más peligrosa de todas, mientras que estas armas se convierten en juguetes, literalmente sexuales, que llevan el placer a otros. 

Ése tan necesario y tan urgente.

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