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martes, 21 de julio de 2015

El arte de ver y de hacer ver (y I)































No recuerdo ahora mismo como llegué a Stan Brakhage, si fue algún comentario en el difunto foro de cinexilio o si me atrajo lo que la edición de Criterion - la primera de ellas - decía de sí misma. Sí les puedo decir que cuando me puse a verlos, hace ya bastantes años, me llevó un buen rato aclimatarme a la manera visual de esta artista, difícil, ajena y extraña a lo que conocía de antes, ese clasicismo universal que confundimos con el cine. Sólo evitó mi rechazo y lo convirtió por el contrario en pasión, la larga serie de cortos abstractos, realizados pintando directamente sobre el celuloide, que Brackage "manufacturó" al final de su vida. Un modo que me resultaba especialmente querido, dada mi pasión por la abstracción y la animación, así que no es de extrañar que este cineasta se colocará rápidamente entre mis preferidos absolutos.

Me he embarcado, hace un par de semanas, en una revisión de su obra, no completa, que eso es imposible, pero al menos de lo mucho y bueno recogido en las dos ediciones de Criterion que han sido recogidas posteriormente en tres Blue Ray. No les oculto que estoy disfrutando sus ¿mosaicos? ¿bordados? ¿mecanos? visuales mucho más que la primera vez. En el intervalo entre ambas visitas he descubierto muchos otros paisajes fílmicos, algunos en los que no me atrevía a entrar, otros de los que desconocía completamente su asistencia, así que ya no me asustan ni me sorprenden muchos de los usos y soluciones que utiliza Brackage, convertidos ya en normales y válidos. Por otra parte, la edición de Criterion incluye extensas grabaciones del propio autor en el que éste habla, complacido y comunicativo, del significado y las intenciones de sus creacciones. Charlas en las que a veces descubro que he acertado, otras que no me he enterado de nada, pero de las que siempre salgo con una sonrisa en la boca, sintiéndome enriquecido.

¿Y en qué consiste el modo, la manera de Brakhage? En otra parte, en un artículo de Detour, señalé que el estilo de este autor consiste en un continuo desprenderse de elementos que equivocadamente consideramos esenciales al cine: la música, la narración, el guión, la fotografía, la coherencia y el desarrollo, la imagen como captura de la realidad, la propia cámara que obra ese milagro. Obviamente, ese estilo caracteristicó no surgió entero y perfecto, de una sola pieza, como si fuera la propia Atenea surgiendo ya armada de la cabeza de Zeus, - permítanme la referencia erudita o redicha - sino que le consumió la década de los cincuenta del siglo XX en múltiples experimentos... y luego le llevaría otros cuarenta años llevarlo hasta (casi) sus últimas consecuencias, detenido en esta evolución sólo por la enfermedad y la muerte, sin que en su obra tardía apareciesen aún signos de estancamiento, manierismo o repetición.

Volviendo a esa década de formación, la de los cincuenta del siglo XX. El mayor logro de Brakhage en ese tiempo fue precisamente el encontrarse a sí mismo, el separarse de los tics y estereotipos del cine experimental americano coetáno, mezcla de surrealismo y expresionismo, aún abrumado por el peso de las vanguardias europeas, mientras permanecía encerrado en el angosto claustro, sólo para iniciados, del cine realizado en y para las universidades como ejercicio estudiantil de graduación. El peligro de todo cineasta experimental era, es, así doble, bien quedarse reducido a autor de una sola obra, conocido por unos pocos, que a su vez no es no enteramente suya, ya que no es sino reelaboración de lo que le han enseñado; o bien continuar girando en torno a lo que aprendió, como buen artesano que fabrica muebles perfectos y sin tacha, pero que jamás es capaz, ni se atreve, a romper los lazos que le atan, para gustar de su libertad  completa.

La edición de Criterion apenas contiene esos cortos primeros de Brakhage, pero sí es posible conseguirlos por otras vías, como son las ediciones de Kino. Lo que llama la atención en esas obras primerizas es lo poco que se diferencian de otras obras coetáneas, con la que comparten unas evidentes aspiraciones poéticas, además de una clara ambición por ser importante, trascendente y definitivo. No obstante, es también visible una clara evolución, un impulso incontenible por escapar a esas ataduras estéticas, a esas normas  estrictas de la revolución, de forma que cada corto temprano de Brakhage es distinto al anterior, hasta que llega un momento en el que son sólo y únicamente de Brakahge, diferentes a todo lo que le antecede y a todo lo que le seguirá, por mucho que otros autores posteriores se inspiren en él o simplemente le copien.

¿Y cuál es ese umbral? Algunos hablarán de Dog Man Star (1961-1964) del que ya hablaremos en su momento, pero para mí ese honor recae en Window Water Baby Moving (1959), a la que pertenecen las capturas que abren esta entrada. Esta obra aún está anclada en el pasado, pero mira ya decidamente hacia el futuro. Es tradicional porque aún sigue contando una historia, de desarrollo  claro, el de la paternidad del joven artista centrada en la descripción visual del parto de su mujer, pero que en su plasmación representa la primera muestra de su estilo característico. Se trata de un montaje que se construye a partir de una serie de imágenes y encuadres que sirven de base, ancla y punto de encuentro - la ventana, el cuerpo de su mujer en el baño, el parto - pero en cuya yuxtaposición se abole toda cronología, saltando de un tiempo a otros según lo sugiere - o no - la propia lógica interna de las imágenes o la (oculta) secuencia de pensamientos y asociaciones del artista.

Un montaje que en ocasiones llega a ser vertiginoso, hurtándonos la interpretación de lo que estamos viendo, pero cuyo apresuramiento no obedece a razones de dramatismo, sino a la acumulación de recuerdos, de vistas en la mente del artista, que causan su posterior desbordamiento. Caos, por tanto, que es sólo aparente y que obliga al espectador a realizar el proceso inverso, a desmontar la película, ordenar las imágenes en sus conjuntos originales, para así reconstruir la secuencia y el desarrollo de la "historia", así como las razones, intelectuales y sentimentales, que movieron a Brakhage a verlo y experimentarlo de esa manera precisa y no de otra distinta.

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