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sábado, 11 de abril de 2015

En círculos (yV)

Es kommt überhaupt an nichts an! - rief Agathe aus - nicht auf das, was er ist, nicht auf das was er meint, nicht auf das, was er will, und nicht auf das was er tut! Manchmal verachtet man doch einen Menschen und liebte ihn trotzdem. Und manchmal liebt man einen Menschen und hat das heimliche Gefühl das dieser Mensch mit Bart oder Busen, den man vermeintlich schon lange kennt und schätzt und der unaufhörlich vom ihm redet, eigentlich nur zu Besuch bei der Liene ist.”

Robert Musil, de los borradores que iban a ser la continuación de Der Mann ohne Eigenschaften.

¡No depende de nada! - exclamó Agathe - ‘ ni de lo que es, ni de lo que opina, ni de lo que quiere, ni tampoco de lo que hace! A veces se desprecia a una persona y sin embargo se la ama. Y a veces se ama a una persona y se tiene la secreta impresión que esa persona con barba o busto, a la que se conoce y aprecia desde hace largo tiempo y de la que se habla incesantemente, sólo está de visita en el amor

Si les suena el nombre de Musil, sabrán que su magna novela, Der Mann onhe Eigenschaften (el hombre sin atributos), quedó inacabada. Un primer tomo fue publicado en 1930 y otro en 1932, después, nada. O mejor dicho, después todo, porque Musil siguió trabajando en la continuación de la novela hasta el día de su muerte, en enero de 1942. Diez años que si se suman a los otros diez gastados en componer los dos primeros tomos, suman dos decenios largos. Lo bastante para crear una novela de más de mil páginas, en la letra minúscula de la edición alemana, y dejar tras de sí una inmensa pila de intentos, borradores, esbozos y anotaciones.

Parte de ese continuum creativo - principalmente los borradores más completos y terminados -  fue sido publicado en Alemania como un segundo volumen complementario a la novela en sí. Leyéndolos es posible hacerse una idea de las dificultades y problemas de Musil en reanudar el hilo de su novela, que fueron de tal calibre, que no es que a la muerte del escritor quedara un manuscrito completo, al que le faltase revisión y condensación para poder ser publicado, como fue el caso de Proust, sino que lo que quedó fue intentos parciales, en los que no es fácil discernir a dónde llevarían la trama ni, más importante aún, como la concluirían

Da la impresión que para Musil los obstáculos creativos se revelaron casi insuperables. Así vendría a demostrarlo que en 1937 tuviera completados 20 capítulos más, que estos fueran impresos para ser corregidos por el autor antes de su publicación, y que éste decidiera no hacerlos públicos. Algo, ya veremos qué, parecía ir mal en ellos, y éste problema  no llegó a ser resuelto por Musil en sus últimos cinco años de vida, ya que tras varios intentos por continuar donde se había quedado, finalmente decidió eliminar casi dos tercios de ls escrito, para condensarlos, salvar lo salvable, y rehacerlos. En el intervalo había surgido, como también veremos, una nueva posibilidad, que tras muchos intentos y reescrituras conseguiría fructificar en uno de las mejores piezas de Musil, el complejo de capítulos alrededor del llamado Atemzüge eines Sommertags (Aromas de una tarde). Fragmento excelos, digno de lo mejor que surgiera de su pluma, pero que de nuevo no concluía ni resolvía nada de la trama.


¿Y cuáles eran esos problemas? El principal se había manifestado ya en la charnela entre el libro 1 y el libro 2. Lo que había sido hasta entonces una novela coral, casi tolstoiana, en la que se describía con detalle obsesivo la descomposición de la sociedad austriaca justo antes de la primera guerra mundial, se tornaba después una obra casi de cámara, donde la narración se confinaba a la relación entre Ulrich y su hermana Agathe, que tomaba rasgos místicos y redentores, aunque a contrapelo, como demuestra su subtítulo, Ins Tausenjährige Reich (hacia el milenio), clara referencia al milenio de paz, anuncio de la venida definitiva del salvador, que se narra en el libro del Apocalipsis del Nuevo Testamento.

Una diferencia tan marcada tuvo repercusiones en la progresión de la trama. En la segunda parte de la novela, así como en los veinte capítulos que quedaron sin publicar, Musil va olvidándose a poco de todo el resto de personajes, cuyas peripecias, ansias y apetencias habían constituido hasta entonces el núcleo de la novela. Al final, sólo quedan los dos hermanos, que han elegido apartarse voluntaria y definitivamente del mundo, aunque los lectores y el narrador saben que ese retiro sólo es temporal, ya que en el tiempo de la novela esto sucede en el verano de 1914, con lo que la catástrofe de la guerra - y el fin del milenio - sólo está unas semanas de distancia.

Además de los hermanos apenas resisten dos personajes. Por un lado, el general Stumm von Bordwehr, hasta entonces un poco el bufón de la novela, pero que se torna en mensajero del mundo exterior, quien les informa de los que acontece allí fuera. Y junto a él - aunque ambos nunca lleguen a conocerse -, el enigmático profesor Lindner, quien representa todo lo que los hermanos aborrecen, especialmente Agathe. La falta de valentía intelectual que se disfraza de principios morales,  y que por ello exige un respeto y una autoridad que no merece, pero que, también en el caso de Agathe ejerce un extraño poder de fascinación, alquien a quien no se puede dejar de frecuentar, por mucho que su presencia repela.

Este camino hacia el desierto, rompiendo todos los vínculos que le unen al mundo, se contagia también a la relación de los dos hermanos, quienes durante la segunda mitad de los veinte capítulos inéditos acaban viviendo en mundos distintos. Literalmente, en capítulos distintos a los que el otro no tiene acceso. Aunque esto tampoco es del todo correcto, ya que gran parte de esos capítulos en solitario tratan de Ulrich escribiendo en su diario secreto, en realidad un tratado de filosofía de los sentimientos, mientras Agathe lo lee a escondidas sin que su hermano lo sepa. La novela se convierte así en una inmensa meditación sin acción alguna , en la línea las que Musil había ido esparciendo a lo largo de la narración, pero a la que falta algo importante para ser redonda, atractiva y original, como las anteriores. Y ese algo que la hizo nacer muerta es, simplemente que si hay que hablar del amor y de los que este implica, esto tiene que ser una conversación entre dos, no una serie de monólogos alternados.

Esto explica porque la solución seguida por Musil fue eliminar toda esa parte, para salvar lo poco salvable integrándolo en una larga descripción de una tarde compartida entre hermanos, de la que Atemzüge eines Sommertags sería la conclusión.  Lo que quedado - sin que sepamos si hubiera permanecido así, ya que el autor falleció justo en ese momento -  es una larguísima disquisición a dos sobre las posibilidades y la potencialidades del amor. O más bien la transfiguración compartida de este amor humano, aunque su plasmación sea la del incesto entre hermanos, en algo parecido a la experiencia mística: el único camino posible y compartido para abandonar las miserias de esta existencia terrena y alcanzar la eternidad.

Ulrich faßte die Ergebnis ausgleichend zusammen - Beide Widersprüche sind immer vorhanden und bilden ein Viergespann: Man liebt einen Menschen, weil man ihn kennt und weil ihn nicht kennt; und man kennt ihn, weil man ihn liebt, und kennt ihn nicht, weil man ihn liebt. Und manchmal steigert es so, daß es fühlbar wird.”


Robert Musil, de los borradores que iban a ser la continuación del hombre sin atributos

Ulrich resumió el resultado equilibrándolo - Ambas contradicciones siempre están presente y construyen un cuadrilátero. Se ama a una persona porque se la conoce y porque no se la conoce; y se la conoce porque se la ama, y no se la conoce porque se la ama. Y a veces aumenta tanto que llega a ser perceptible










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