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domingo, 25 de mayo de 2014

The Beltesassar List (XLVI): The Monk and the Fish (1994) Michael Dudok de Wit









Tras una parada imprevista la semana pasada, reanudo mi revisión semanal de la lista de cortos animados realizada por el misterioso profesor Beltesassar. Esta vez ha llegado el turno de The Monk and the Fish, realizado en 1994 por el animador holandés Michael Dudok de Wit.

Dudok de Wit es una de las figuras más interesantes - y enigmáticas - de la animación reciente. Por ahora parece limitarse al uso de la animación 2D tradicional, técnica en la que su estilo se caracteriza por una simplicidad en sus personajes, a menudo limitados a una silueta coloreada sin apenas rasgos faciales, que no evita que sus diseños sean particularmente expresivos, al utilizar el movimiento corporal  y la sincronización con la partitura musical para manifestar sus sentimientos íntimos, lo que ya le señala como un animador de raza y de talento. A esta primera contradicción, entre simplicidad y expresividad, hay que unir el hecho de que su animación, los fondos que protagonizan sus cortos, es eminentemente pictórica al estilo acuarelista, de manera que con unas cuantas manchas y contornos es capaz de reproducir a la perfección las diferentes horas del día... o de crear una compleja alegoría de la existencia, simplemente utilizando manchurrones de té.

Si nos quedásemos aquí, Dudok de Wit ya sería una personalidad notable simplemente por su "instinto" y su "puntería" estética, poco corriente hoy en día, especialmente en la animación comercial. Sin embargo, a esto hay que añadir que para este animador holandés, la belleza de sus composiciones animadas es el fundamento a través del cual trasladarnos a un mundo de su propia creación, mejor dicho, hacernos abandonar este mundo en que vivimos y descubrirnos la otra realidad que se oculta tras nuestras percepciones sensibles. Dudok de Wit es por tanto un autor de un carácter profundamente religioso, casi místico, capaz de prensar en el exiguo espacio de un corto complejas meditaciones sobre el sentido de la existencia, que adoptan al mismo tiempo carácter de enigma y de revelación.

De esta manera, The Monk and the Fish transita de lo que podría ser un corto humorístico sobre las tribulaciones de un monje que no consigue atrapar el pez que habita en el aljibe del monasterio, para convertirse en algo más, en una suerte de lección moral, cuyo significado último queda en sombras. Es cierto que el corto podría interpretarse como una de esas fábula al uso, tan queridas por los departamentos de personal de las empresas, que proponen la superación de los conflictos vitales mediante la aceptación e integración en nuestro quehacer diario de obstáculos y dificultades. Esa sería una interpretación válida, pero limitarse a ella sería hacer una injusticia al talento de Dudok de Wit, ya que las imágenes con que se ilustra ese proceso de aceptación niegan esa fácil moraleja.

El resultado de los trabajos del Monje, en sus intentos por capturar al pez elusivo, no confluye en la realidad, o al menos una realidad identificable. Poco a poco, cualquier referencia geográfica, temporal, racional, acaba disolviéndose, de manera que la reconciliación de monje y pez acaba teniendo lugar en un espacio abstracto, fuera del tiempo y del espacio, como si tal milagro no pudiera tener lugar en esta nuestra esfera terrenal. Mejor dicho, como si la consecución de ese milagro acarreara consigo el necesario abandono del mundo sensible, para ascender a una esfera superior donde las preocupaciones terrestres no tienen cabida, donde se revelan como la inutilidad que son.

No les entretengo más. Disfruten de este corto, una pequeña obra maestra de un maestro contemporáneo de la animación. Contémplenlo, mediténlo, si es posible varias veces, y dejense arrastrar por la paz y la plenitud de su arrebatada y serena conclusión.


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