Nos acercamos ya al final de esta revisión de los cien mejores cortos de animación, según los recopilará hace unos años el festival de Annecy y en esta ocasión le ha llegado el turno a Valerian Borowczyk y Les jeux des anges (los juegos de los ángeles) que rodara en 1964.
Varias veces he comentado que tanto Borowczyk como Lenica son figuras fundamentales en la historia de la animación Eurepea, de forma que sus cortos en colaboración de finales de los cincuenta, tanto en Polonia como en Francia, pueden considerarse como uno de los desencadenantes de la revolución modernista en la animación del continente, gracias a la cual existen festivales como el de Annecy. Sin embargo, ambos autores han caído en un casi completo olvido, inexplicable en ambos y que ha llevado a que su obra sea más que difícil de ver, especialmente algunos cortos, como recordarán aquellos que sigan estas lineas.
Pasados esos primeros años de colaboración, ambos creadores siguieron rumbos contrapuestos. Lenica continúo su labor animada, mientras que Borowczyk se paso al corto y largo de imagen real, embarcándose a finales de los sesenta y principios de los setenta en una serie de películas eróticas. Para su desgracia, el derrumbamiento de la censura y la sucesión de películas-escándalo de aquellos tiempos acabaron con su carrera y su prestigio entre la crítica, provocando de rebote el olvido de su primeros cortos. Desde ese momento, paradójicamente, la figura de Lenica se consideró como la de un cineasta poco serio, por dedicarse al erotismo y al mismo tiempo poco audaz, que practicaba un erotismo de qualite desprovisto de la mordiente y el escándalo de otros cineastas de ese tiempo.
No he podido revisar los largos de Borowczyk (de hecho no los he visto) así que no puedo decir hasta qué punto esa opinión crítica es también producto de este tiempo y ha dejado de ser válida. Lo que sí puedo decirles es que los cortos del animador polaco siguen siendo obras maestras en su género y entre ellas, Les Jeux des Anges, es sin duda la más misteriosa e inquietante que haya rodado en su carrera. Se inicia con dos avisos: que la música está basada en las canciones de los prisioneros de Auschwitz y que los hechos que se muestran no tienen que ver con personas, lugares o empresas reales. Tras esta advertencia, el espectador se encuentra viajando en un tren, supuestamente camino de ese campo de concentración... y es aquí donde la analogía deja de serlo.
En el corto hay dos viajes en tren, uno de llegada y otro de salida, como si se quisiese insinuar que no somos uno de los internos del campo, sino uno de sus visitantes, alguien llamado a comprobar el correcto funcionamiento de esas instalaciones. Por otro lado, los viajes se realizan en un espacio sin referencias, donde el paisaje o el medio de transporte no son identificables. Sólo el ruido nos hace pensar que debe tratarse de un tren y, de vez en cuando, ciertos objetos pueden asemejarse a cañoñes o hacernos pensar que estamos recorriendo un tunel.
En el destino, lo que vemos es una sucesión de espacios abstractos, desprovistos de muebles o personas, con sólo lo que aparentan ser conductos que confluyen en esos espacios. Lo que ocurra allí no es visible, más allá de ruidos de maquinaria, un aleteo de alas o las voces distorsionadas de algún coro humano. Fuera de ello, nada hay que pueda servirnos de pista, hasta que poco a poco, en una progresión lenta e implacable, nos damos cuenta de que nos hayamos en un inmenso negociado de la muerte, donde estos ángeles, son primero amputados de sus alas, desprovistos de su gracia y su belleza, descuartizados en fragmentos de cuerpos que luchan violentamente entre sí, para luego ser finalmente aniquilados.
Quién es el responsable de este horror, no se revela, pero ciertos indicios nos pueden hacer suponer que son otros ángeles los que torturan y asesinan a estos angeles, a lo cual hay que unir el hecho de que nosotros, los espectadores, hemos sido invitados a este infierno y se nos ha dejado salir de él con vida, sin infligirnos daño alguno, como si fuéramos complices y consintiéramos en estos crímenes.
Como siempre, les dejo aquí el corto. Disfrútenlo y busquen uds. su propia interpretación. Hasta la semana que viene que llegarmemos al número 100 y quizás haya sorpresas.
También colaboró con Chris Marker, recientemente fallecido.
ResponderEliminarSi te refieres a Les Astronauts, la historia es un poco distinta. El caso es que, no recuerdo porqué, para que se aprobase el primer corto de Borowczyk en Francia necesitaban que alguno de los directores fuera francés, así que Marker se ofreció amablemente a firmar la obra, aunque no aportó nada a ella.
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