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domingo, 23 de octubre de 2011

100 AS (LXXI): Invisible Ink (1921) Max y Dave Fleischer
























En  mi revisión semanal de la lista de mejores cortos animados recopilada por el festival de Annecy, le ha llegado el turno a uno (a dos, realmente) de esos creadores míticos injustamente olvidados. Hablo por supuesto de Max y Dave Fleischer, que en los años veinte con su productora Inkwell Studios y su serie Out of the Inkwell, llegaron  a ser la productora de animación por antomasia, de lo cual este corto Invisible Ink de 1921 es uno de sus mejores ejemplos (entre otras varias decenas más)

No obstante, si creyésemos en la historia de la animación según Disney, esto no sería así, ya que para la productora del ratón la animación no existía antes de que su fundador pensases en ello, y si acaso existió algo era primitivo, torpe e indigno de ser visto.... como los Fleischer. La realidad, sin embargo, es muy otra  y este corto es un magnífico ejemplo de las alturas a las que había llegado la animación, antes de que a finales de los 30 Disney eliminase al resto de sus competidores, y se entronizase como única forma posible de la animación, para desgracia y descrédito de esta forma entre el estamento crítico. Esto por supuesto, en 1921, estaba aún por ocurrir y nadie podía prever qué caminos seguiría la forma, asi qué olvidemos a Disney,  volvamos al corto de los Fleischer y examinemos qué es lo que le hace importante y valioso, 90 años más tarde.

En aquel tiempo, los Fleischer tenían una ventaja tecnológica importante. Como inventores del Rotoscopio, (ese olvidado antecesor del Motion Capture) podian manufacturar animación con una fluidez que ninguno de sus competidores podía imitar, lo cual puede comprobarse en la naturalidad con la que Koko, el protagonista de los cortos, se mueve en la mayoría de ellos. Sin embargo, esta ventaja técnica se habría convertido en nada, como ocurre con tantas revoluciones técnicas, si no fuera por el derroche de imaginación y de ideas que los  Fleischer demostraban en aquella época.

Una idea que se reduce en realidad a una sola, el combate entre el creador, Max Fleischer, y su creación, Koko, que consitituye el motor de todos los cortos, pero que sirve a los Fleischer, para jugar con la oposición entre dos mundos, el de la imagen real y del dibujo, rompiendo una y otra vez las fronteras que los separan, como puede verse en las capturas que encabezan esta entrada, donde Max fuerza a Koko a abandonar el tablero de dibujo, para poder continuar con su trabajo sin interrupciones.

Una idea básica, sí, pero que será retomada y reelaborada una y otra vez, no sólo de corto en corto, sino dentro del mismo corto, como ocurre en este, donde las hostilidades entre Max y Koko continuaran con la huida del personaje animado del marco del tablero de dibujo, y la alocada persecución que debe emprender Max, por calles, azoteas y fachadas, para obligarle a volver al redil. Una persecución que, volvemos a la técnica, es nuevamente un tour de force, porque no solo tenemos animación o imagen real, sino imagen real sobre el espacio animado  y animación sobre imágenes reales, una mezcla que siempre ha sido muy difícil de conseguir y sobre todo de tornarla creíble, al menos hasta la llegada del ordenador, pero que los Fleischer aplicaban y utilizaban rutinariamente apenas comenzada la forma, con una perfección que, como digo, raramente se volvería a alcanzar hasta la actualidad.

Y me callo y les dejo con el corto, porque nada mejor que él para convencerles. Desgraciadamente, no puedo incrustarselo aquí, no está en los medios habituales, pero sólo tienen que seguir el link,  y aguardar a que termine la publicidad
 




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