Seguramente el nombre de Yamamura Koji no les diga nada. Baste señalar que es uno de los animadores independientes japoneses de mayor importancia, repercusión e influencia de las últimas tres décadas, cuyo estilo se caracteriza por no tener estilo, por reinventarse en cada corto, transitar de las obras para público infantil a las reservadas para adultos y, sobre todo, por utilizar todo tipo de técnicas en intentar apurarlas al máximo.
Si les hablo ahora de este autor, del que diremos más en una entrada próxima de la revisión de la lista de Annecy. es simplemente porque las pasadas semanas estuve viendo una amplia compilación de sus cortos, en las cuales se incluían algunos especialmente recientes como el cruel y cínico Toshi wo Totta Wani (El viejo cocodrilo) de 2007 o el que ahora nos ocupa A Country Doctor, basado en el cuento homónimo de Kafka.
Si les he de decir la verdad, y con el permiso de Orson Welles, esta puede ser la mejor versión fílmica de un cuento de Kafka, de hecho, como bien lo definió una animadora valenciana a la que me une una cierta amistad, Kamamura acaba por ser más Kafkiano que el propio autor checo, creando una obra inquietante y alucinatoria, prácticamente surgida de una pesadilla, sólo con medios formales y sin utilizar otras palabras que no sean las del propio escritor.
La animación, y eso lo sabe muy bien el animador japonés, permite deformar la figura humana sin que esto provoque un rechazo en el espectador, mientras que la componente de cosa dibujada permite incluir efectos imposibles de conseguir con el cine de personajes normales. Así por ejemplo, la impresión de opresión que el doctor siente al entrar por primera vez en la habitación del enfermo, que se supone llena de humo, caldeada en exceso y sin ventilar desde hace días, se consigue simplemente superponiendo al dibujo una trama de garabatos, los cuales representan las volutas de humo que hacen difícil la respiración e impiden la vista.
Es sólo uno de tantos hallazgos visuales, pobremente representados en las capturas arriba indicadas, pero que sirven para construir imágenes de fuerte impacto surrealista, donde la lógica de la historia, la secuencia entre las diferentes escenas se disuelven en la contradicción y la ambigüedad, replicando esos mundos Kafkianos, donde el realismo extremo de los ambientes y situaciones, se ve destruido por el absurdo de las conductas y las relaciones entre los personajes, el cual sólo es visible para el lector y el protagonista, mientras que el resto de las criaturas que habitan ese mundo lo ve como normal y natural, imposible de ser y existir de otra manera que no sea la presente.
Y como siempre, les dejo con el corto, para que lo disfruten, que siempre será mejor que leer mis más que torpes intentos por explicarlos.
Un médico rural. Koji Yamamura (Parte 1)
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Un médico rural. Koji Yamamura (Parte 2)
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gracias por el aporte, genial :)
ResponderEliminarSe agradece. Siempre reconforta comprobar que a uno le leen.
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