En esta ocasión, dentro de mi revisión de la lista de Annecy, le ha tocado el turno a Street of Crocodiles, rodado en 1896 por esa pareja de gemelos americanos afincados en Inglaterra, que responden al nombre de The Brothers Quay.
Recientemente, ya había hablado de esta pareja de animadores, al comentar su primera película de acción real, Institute Benjamente. En aquella ocasión había señalado la obsesión de estos creadores por la Europa de hacia 1900, entendida como una entorno axfisiante y en clara decadencia, donde sus gentes se hayan enfrascadas en la repetición incesante de rituales cuyo sentido y significado se perdieron largo tiempo atrás, pero cuyo cese significaría aceptar la propia muerte. No es de extrañar, por tanto, que los Quay adapten rutinariamente las obras de Robert Walser o de Bruno Shulz, escritores caracterizados por su representación del absurdo como cotidianeidad, o que se interesen por los escritos y manifestaciones artísticas de los alienados mentales, además de las regiones fronterizas de la ciencia y del arte, donde ambas disciplinas empiezan a perder su significado y consistencia.
Más que sus filmes de acción real, donde sus obsesiones se ven mejor representadas es en el cine de animación. Firmes partidarios del stop-motion, su mundo es un mundo de muñecos rotos, envejecidos, sucios y destartalados, que se mueven con precisión mecánica por escenarios cubiertos de polvo, cerrados por cristales empañados y paredes desconchadas. Un mundo donde los tornillos y los clavos cobran vida y abandonan sus roscas, mientras que los relojes tienen entrañas de carne palpitante en vez de engranajes.
Un mundo en definitiva, gobernado por reglas que se nos escapan por completo, pero que parecen obedecer a leyes que no pueden ser quebrantadas so pena de los peores castigos, y que la cámara recorre con la implacable precisión de una maquinaría, realizando movimientos en ángulo recto y, en una transgresión que pocas veces se ha visto en el stop-motion, adentrándose en su interior como si fuera un personaje más, moviéndose entre ellos, atravesando sus mismos obstáculos... para apartarse con extraño pudor cuando parece que la solución del enigma vaya a ser revelada.
Un estilo duro, sin compromisos, que huye de toda facilidad y que es más que apropiado para esta adaptación completamente infiel pero al mismo tiempo fidelísima del cuento homónimo de Bruno Shulz, la descripción de esa calle de la ciudad de provincias en la que vive, donde parece a punto de suceder los mayores misterios, las peores perversiones, pero donde nada llega a germinar jamás, puesto que sólo son una ciudad olvidada de un país olvidado, que sólo puede limitarse a copiar lo que ocurre en otras partes, sin saber muy bien porqué, cómo y de qué manera...
Y como siempre les dejo con el corto, para que lo disfruten
yo me apunto a "inquietante" es un adjetivo bastante socorrido para estas extrañas cosas...
ResponderEliminar= le parezco un poco pez en el tema de video, pero ¿cómo se corta un trozo de película? ¿cómo se ensambla a otro trozo?, ¿me recomienda usted algún programa?
hmmm, herramientas de edición de vídeo.
ResponderEliminarhace mucho que no miro esas cosas. Yo antaño usaba el VirtualDubMod que podía cortar y pegar Avis, pero no sé en que estado estará...
Quizás en http://www.videohelp.com/ encuentre más sobre el tema.