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domingo, 18 de abril de 2010
100 AS (X): La rue (1976) Caroline Leaf
Este domingo ha llegado el turno, en la lista de Annecy, al corto La Rue, de Caroline Leaf, otro de esos afortunados mortales en tener dos entradas en la lista (y existe alguien con mayor suerte, puesto que tiene tres entradas, pero él y su obra serán el tema de la entrada de la semana siguiente).
En este caso nos encontramos ante otro más de esos cortos que hacen añicos la ecuación animación=infantil, y por tanto indigna de ser considerada como cine valioso. En este trabajo se trata el tema de la muerte , vista desde la óptica de un niño, que en un largo y caluroso verano es testigo de la agonía de su abuela, apenas consciente e incapaz de reconocerle, pero que no termina de morir, para desesperación de sus familiares.
Por supuesto no nos encontramos ante un relato tremebundo, un dramón familiar o una crítica de la insensibilidad social. El hecho de que el narrador sea un niño le da un importante toque de distanciamiento, el de la persona que no acaba de comprender aún muy bien la gravedad de la situación, que se deja valorar al espectador en función de los detalles, inconexos y deslavazados que se le suministran. Asímismo, tampoco es una de esas obras cuya única importancia consiste en el tema, puesto que si así fuera hubiera sido olvidada hace ya muchísimo tiempo. Su importancia y su impacto radican en la forma en que está hecha, como ocurre de ordinario con la animación.
La autora, Caroline Leaf, ha optado por darle un aspecto pictórico, de acuarela, con grandes manchas, formas difusas y colores desvaídos, muy apropiados al carácter de recuerdos casi olvidados y desvanecidos, que se refuerza con la paleta elegida, tierras y grises, reflejando visualmente la gravedad del momento, como puede muy bien observarse en las capturas elegidas. Sin embargo hay un detalle que escapa a las capturas, el hecho de que esas manchas y figuras están en continua transformación, transformándose las unas en las otras, desvaneciéndose en el fondo o surgiendo de éste, señalando de nuevo ese carácter de recuerdos entremezclados, de enredo de imágenes en la memoria, que es imposible deshacer u ordenar.
Una técnica, la de transformar una pintura en otra, que puede parecer muy sencilla por su fluidez y elegancia, pero que es de una gran complejidad, antes de la existencia de los ordenadores, ya que prohíbe el uso de los acetatos e impide dividir cada plano en fondo constante y personajes en movimiento, obligando a que cada fotograma sea una imagen única que debe ser pintada por separado y aumentando por tanto exponencialmente el trabajo necesario.
Un problema técnico que Leaf resuelve mezclando la pintura con vaselina, convirtiéndola en un fluido maleable, de manera que pueda modificar cada imagen, borrando unas figuras, deformando otras, acercando el conjunto hasta la siguiente, y que convierte este ejemplo de animación en un ejercicio de arte de vanguardia, cercano al action painting o más concretamente, al trabajo de un escultor o un alfarero que trabaja con la arcilla o la escayola para crear el resultado final, extrayendo de una masa amorfa un patrón o un diseño.
Y como siempre, les dejo con el corto, está vez en una versión magnífica, la que la NFB ha publicado en su web oficial. Desgraciadamente, no dispone de subtítulos.
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