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lunes, 18 de enero de 2010

Whirlpool

Rusk's (Secretario de estado durante la administración Kennedy/Johnson) speech gave vital hindsight into his thinking; here was a man who believed in his origins and experiences - the democracies were ipso facto good and the totalitarians were ipso facto bad, and this helped explain the force of his positions. But also explained some of the danger of its tenets because they were held by a man so wedded to certain concepts and truths that he did not reckon with the whimsical quality of history, that the forces of history can make the democracies aggressive, that to some small states, large democracies look tyrannical, that justice and decency have various definitions in different parts of the world. These were the words of a man who advocated his own concepts, whether the world was ready for them or not. The world would have to adapt to him.

David Halberstam, The Best and The Brightest, narrando como EEUU se fue deslizando hacia la guerra total en Viet-Nam.

Se ha puesto de moda denigrar la historia. Es simplemente literatura, dicen algunos, indistinguible de una novela y por lo tanto no merece ningún interés. Son otros tiempos ya pasados, dicen otros, con los cuales no tenemos ninguna relación y de su estudio no podemos sacar nada que nos sirva o nos interese, excepto para los estudiosos.

Sin embargo, muy distinta era la concepción grecorromana de la historia, para ellos historia magistra vita, y su intencionalidad era clara, enseñar a sus contemporáneos los sucesos del pasado, para que aprendiesen de ellos y no cometiesen los mismos errores. De una manera y otra, esa concepción ha sido compartido por cualquiera, estudios u aficionado, que se acercase a la historia, de manera que, a pesar de todo, cualquier historia se convierte en contemporánea, ya que de ella, por muy lejano que esté, deriva lo que somos ahora mismo. Puede parecer exagerado, pero cualquiera que se haya interesado por el devenir histórico, ha podido comprobar la terquedad de los fenónemos históricos, de forma que siguen rigiendo el destino de los pueblos y las naciones a pesar de los cambios de gobierno, y así, la política exterior de la URSS era calcada a la de la Rusia Imperial, mientras que China y Rusia continuaron siendo enemigos mortales, a pesar de compartir el mismo credo comunista.

Cuestiones de geopolítica, que sólo el estudio de la historia puede aclarar, y que inspiran el libro arriba citado, que analiza en gran detalle como una democracia anticolonialista e imbuida de ideas humanistas, acabo embarcándose en una guerra total de exterminio, apoyando dictaduras en el mundo entero y protegiendo los intereses de las potencias coloniales europes, circunstancias que hallaron su mejor expresión en la guerra de Vietnam, el objeto, como digo, de este libro.

No es un gran libro. escrito cuando los hechos aún estaban sucediendo (se publicó en 1972) presenta fuertes fallos estructurales, con largos apuntes biográficos que rompen el flujo de lo contado e impiden seguirlo, sin contar con que se centra exclusivamente en los altos cargos de la administración USA y silencia sus fuentes, debido a la situación política del momento. No obstante, abunda en conceptos originales que explican esa deriva hacia todo lo contrario que representaba los USA, manchando su imagen en las décadas siguientes, lacra de la cual no ha podido aún desprenderse, pasando de ser el liberador del mundo a su opresor.

Un concepto clave es precisamente es un cierto puritanismo ideológico de la clase dirigente american que les lleva a creer que están siempre en lo cierto y a contemplar las cosas en blanco y negro, sin pensar en lo que el resto del mundo pueda pensar. Un modo de mirar que se acervo con la guerra fría, plagada de amenazas, tanto internas como externas, y que les llevó a contemplar el bloque comunista como un conjunto monolítico, sin fisuras, sin percatarse las rivalidades que enfrentaban a chinos y soviéticos, o como la guerra de Viet-Nam no era un paso más en la conquista del mundo por parte de los soviets, sino una guerra colonial que podría haberse desactivado por medios políticos antes de dañar irremediablemente la imagen de los EEUU.

Una situación a la que nunca se tendría que haber llegado, puesto que existían los expertos que podrían haber señalado los errores, las constantes históricas en el comportamiento de las naciones, pero precisamente esos expertos fueron apartados de los cargos de gobierno y su puesto ocupado por ignorantes en el tema, que aplicaban los conceptos en blanco y negro, sin matizaciones. Una situación a la que se llegó por una de las perversiones de la política EEUU durante la guerra fría, según la cual, los gobiernos demócratas se ven obligados a ser más radicales que los gobiernos republicanos, si no quieren ser acusados de ser tibios, entreguistas o traidores, mientras que Nixon puede reconocer a la china comunista o Reagan pactar con los Soviets, sin que nadie se rasgue las vestiduras.

Unos defectos, que, en un último rizo de la historia, siguen vivos en la América de ahora mismo, donde los demócratas son atacados violentamente por los repúblicanos, a menos que realicen la polñitica agresiva que ellos quieren, donde se toman resoluciones políticas, como la invasión de Irak, sin conocer las sociedades en las que se van a entrometer, guiándose únicamente por altos ideales que pueden no ser aplicables en ese lugar y en ese momento.

Y como siempre, la gran democracia, que se ufana de propagar la libertad y la justicia, apoyando regímenes corruptos y violentos que nadie reconoce en su propio país.

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