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lunes, 28 de diciembre de 2009
Lackin and Wanting (y II)
En una entrada anterior, que no pensé se convertiría en el germen de una serie de ellas, ya había señalado Aoi Bungaku como una de las pocas series aprovechables de este otoño, lo cual era de esperar, al venir firmada por Madhouse. Lo que no esperaba es que iba a convertirse en una de las imprescindibles, en una de esas series que muestran la inagotable capacidad expresiva del anime y recompensan por tanta basura que se ve uno obligado a digerir en el curso de esta afición, con el agravante de que esas series huecas y vacías, son elevadas a lo más alto por el común de los otakus, los que hacen cierto el prejuicio de que el anime son ojos grandes, enormes senos y no menos gigantescos robots.
Aoi Bungaku es una sorpresa por numerosos motivos, el primero es que se trata, ni más ni menos, que de adaptaciones de obras maestras de la literatura japonesa del siglo XX, un más que difícil ejercicio de estilo, incluso si el medio fuera la imagen real. Es de sobra conocido lo difícil que es adaptar una obra famosa, especialmente aquellas que han entrado en el ámbito del mito y lo sagrado, congregando a su alrededor una legión de admiradores, los cuales parecen conocer mejor la obra que su propio autor y no están dispuestos a tolerar la más mínima transgresión. Así ocurre que se suele optar por la adaptación literal, no sólo de los escrito, sino incluso de lo imaginado, produciendo productos gélidos, atrapados por su mismo respeto.
No obstante, cuando una obra alcanza ese nivel mítico y comienza a pertenecer a una sociedad entera, erigiéndose en su representante, acaba por adoptar una vida por si misma, admitiendo todo tipo de variaciones y derivaciones, de forma que es que conocida por todos, sin haber sido leída, de tanto que es hablada, y su lectura suele provocar una decepción, al no encontrarse en su interior, aquellas imágenes que habíamos creado en nuestra imaginación, tomándolas por verdaderas. Así ocurre que la mejores adaptaciones, en el sentido de mejores obras de arte, son aquellas que no tratan de ser fieles, ni literales, sino que toman lo conocido, la anécdota, la estructura, los episodios, y a partir de ellas construyen su propio mundo, ofreciendo una nueva visión sobre temas antiguos, actualizándolas y permitiéndolas vivir algún tiempo más, al depositar su semilla en nuevas generaciones, a las que el olor a viejo apartaría de su contenido.
Así han hecho todos los grandes artistas que admiramos, unos a otros se han ido copiando, adaptándose en una cadena eterna, aportando cada uno su visión a prácticamente los mismos argumentos, las mismas tramas e historia. Sólo nosotros hemos caído en los extremos admitiendo únicamente la originalidad absoluta o la fidelidad perenne de la piedra.
Esta es la segunda excepción de Aoi Bungaku, el hecho de tratarse de adaptaciones libérrimas de estas famosas narraciones. Obviamente, desconozco los libros originales, por pertenecer a una cultura muy lejana y desconocida, pero la forma en que han sido trasladadas no puede ser la de la novela, como demuestran los episodios 5/6 que adaptan el relato En los Bosques, Bajo los cerezos en flor.
En primer lugar, toda la historia está narrada con clara ironía, jugando al anacronismo constante, un japón de la época Edo, donde aparecen todo tipo de artilugios y costumbres modernas, provocando un efecto cómico que ayuda a romper la tensión de los acontecimientos trágicos que se representan (un recurso por cierto, también muy típico de los clásicos del pasado) el descenso en la locura y el asesinato de un bandolero seducido por los encantos de una desconocida. Esto, por supuesto, no pasaría de ser una parodia, pero el juego de la serie continúa en los aspectos formales, en su adopción de los estilos pictóricos del pasado para subrayar ciertos acontecimientos, y sobre todo en sus bruscos cambios de perspectiva, ya que una historia que se nos muestra en su mayor parte como sucediendo en el mundo real, con su suciedad y sus penalidades, de repente tiene lugar en la escena de un teatro, entre los focos y los decorados, cantada y puesta en música, la cual se mueve entre la ópera y el musical.
Unas abruptas transiciones que no son arbitrarias, sino que obedecen a cambios esenciales en la historia contada, a cada uno de los puntos que marcan ese descenso hacia la locura del protagonista, señaladas por crueles actos de matanza, y que asímismo sirven para disociarnos, a nosotros los espectadores, de lo que estamos viendo, en una curiosa aproximación a las tesis Brechtianes, de forma que quede claro que lo que estamos viendo no es la realidad, sino algo recreado, una mentira.
Como el maravilloso momento que ilustro arriba, en que la mujer que ha puesto en marcha la trama, peina, acicala y juega con la amplia colección de cabezas humanas decapitadas que su amante aumenta todas las noches, en una escena tan terrible, como hermosa y cómica.
Hola David,
ResponderEliminarQuisiera preguntarte donde puedo conseguir los capítulos de "Aoi Bungaku" subtitulados. Por tus capturas recientes, veo que has podido conseguirlos en inglés. Yo, a parte del primero, el resto los descargué en RAW sin subtítulo alguno. Y llevo tiempo buscando alguna buena fuente donde hacerme con ellos. ¿Tienes alguna idea de cómo lograrlo? Torrent? Descarga directa? Te estaría muy agradecido si pudieras compartir la información. Para evitarte problemas, y si lo prefieres, no publiques este post y respóndeme a theboywiththecamerainhissideATyahoo.es
Muchas gracias!
Bueno, no es ningún secreto. Sólo tienes que buscar un sitio que se llama Tokyo Toshokan, allí podrás encontrar la respuesta a todas tus necesidades via torrent.
ResponderEliminarMuchas gracias David Puedes borrar mis posts si no te importa. No conocía Tokyo Toshokan. Gracias!
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