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domingo, 22 de noviembre de 2009

Lacking and Wanting




















Los escasos lectores de este blog habrán notado que llevo un tiempo sin referirme a nuevas producciones de anime y que dedico el espacio de estas notas a revisar series antiguas. No se debe a a una repentina falta de interés por el tema, sino simplemente a que este año de anime está siendo uno de los peores que recuerdo, para lo cual, por supuesto, había una razón más que clara.

Faltaba Madhouse.

Madhouse, en estos últimos años se ha convertido en uno de los estudios más interesantes del panorama, uno de los pocos que ha intentado huir de la moda moe/kawai que está astragando el anime con el aplauso del aficionado, como demuestra la ascensión a las estrellas de KyoAni. Por el contrario, Madhouse se ha caracterizado por sacar al mercado productos destinados a un producto mucho más maduro, presentándolos, he ahí lo importante, en un estilo que siempre intenta ir un paso más allá de lo que está aconstumbrado el espectador y ofreciendo, por tanto, a grandes talentos del anime, la oportunidad de brillar de una manera que no es posible en el resto de estudio.

No es de extrañar, por tanto, que de unos años a esta parte, Madhouse, no haga más que encadenar obras maestras, como son Kemonozume y Kaiba, en un estilo completamente experimental, o Dennou Coil, en un registro más comercial.

El bombazo de este año, y el retorno de Madhouse a las series de TV, tras un año dedicado a la producción cinematográfica, se llama, Aoi Bungaku, y como podía esperarse no ofrece ninguna concesión al público, por lo que, para desgracia del anime, está pasando sin repercusión alguno, fuera del estrecho círculo de conaisseurs que buscan en el anime, algo más que niñas prepúberes, personajes estereotipados y/o tramas calcadas unas de las otras.

La primera sorpresa, por supuesto, es que el material que se adapta no es un manga, ni siguiera una de las light novels, tan de moda en el país Nipón. En la primera de las historias de Aoi Bungaku, se adapta una de las obras míticas de su literatura, la novela (Indigno de ser humano) Ningen Shikkaku de Osamu Dazai, una obra escrita a finales de los años 30, en el periodo en el que japón se embarcaba en la aventura imperialista y militarista, que le llevaría a la catástrofe nacional en la guerra mundial.

Un marco histórico, el de un país que se embarca voluntariamente en un camino que no se puede calificar de otra manera que el de su propio suicidio, que se refleja en las peripecias del protagonista, trasunto del propio escritor, el cual se ve incapacitado de tener relaciones humanas como el resto de los seres humanos, y va ocasionando la desgracia de todos los que ama y le aman, hasta embarrancar en una especie de cárcel autoimpuesta, pues la concibe como el lugar al que está destinado y en el cual debió encerrarse desde un principio.

Una historia cínica y desesperada, donde ninguna de las acciones de los protagonistas les servirá para evitar su destino, sino que al contrario, le empujaran más aún en ese camino que lleva al suicidio, o mejor dicho a la muerte en vida, y que es adaptado por Madhouse de forma brillante, adaptando la luz, la paleta, las transiciones y el montaje, a ese camino sin retorno, sin posibilidad de escape, de manera que hasta los momentos optimistas, los breves instantes de alivio en la autodestrucción perseguida y deseada, se vuelven ominosos, falsos y frágiles, amenazados permanentemente por la destrucción que no tardará en surgir del escondrijo donde se había retirado a reposar.

Una destrucción que para el protagonista no es infligida por medios externos, sino que él mismo se la causa, por esa cualidad suya que le impide amar al resto de los seres humanos o al menos no dañarles.

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