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domingo, 15 de febrero de 2009
Waiting for you
La semana pasada, en estas exploraciones mías por los mundos del anime, me he encontrado con tres producciones que podrían, cada una por si sola, ser un ejemplo paradigmático de las virtudes de esa forma. Una coincidencia que no deja de ser significativa, porque el gusto personal y la afición acaba por embotarse, debido a tanto ver mediocridades y productos perfectamente olvidables, con lo que cualquier sacudida que te devuelva la ilusión y aguce la vista siempre es bienvenida... especialmente cuando se realiza por partida triple.
Las tres producciones son la pequeña maravilla que es Casshern Sins, de cuyo episodio 18 Animapages Daily realizo una magnífica reseña, que me va a ser imposible superar, el episodio 8 de una serie completamente olvidada, a pesar de ser del 2004, como es Kurau Phantom Memory, pero que ya quisieran muchas otras productoras ser capaces de sacar al mercado... y por supuesto la serie de películas que Ufotable esta realizando sobre Kara no Kyoukai, a cada cual más sorprendente y cuya última entrega, Spiral Paradox, pertenece la secuencia arriba ilustrada.
¿Y qué tiene de especial Spiral Paradox, en particular, y Kara no Kyoukai, en general? Esas virtudes que distinguen al anime ante el verdadero aficionado, que éste se aconstumbra a desear y que le sirven de piedra de toque a la hora de juzgar unas producciones frente a otras.
En primer lugar esa habilidad para representar los movimientos del alma, con los mínimos recursos expresivos. Una restricción emanada de las propias limitaciones del dibujo animado y que en el caso del anime puede llevar a la acusación de hieratismo e inexpresividad, pero que en manos de animadores de talento, aunado con la buenos actores de doblaje y con la dosificación adecuada de silencios, música incidental y montaje, alcanza resultados sorprendentes... el revelarnos lo que se esconde en el interior de los cráneos de los personajes.
Una alquimia, la de convertir líneas y colores en personajes de carne y hueso, que no podría realizarse sin antes haber descrito convincentemente el entorno en el que viven los personajes, la ciudad en la que tienen que moverse y que determina su modo de existir, las habitaciones en las que transcurre su vida interior y cuya decoración y disposición, nos revelan al personaje, sus preferencias y sus hábitos, anticipándonos su modo de actuar y sus posibles decisiones, puesto que nos hacen verlo desde un modo particular.
Una solución, esta de describir el entorno en que se vive, que es también una respuesta a las limitaciones presupuestarias, pero que en manos de los creadores del anime, se transforma en un recurso poderoso, especialmente cuando se llega a los momentos para los que se ha reservado el dinero y la calidad de los decorados irrumpe en la animación, consiguiendo escenas de acción como las concebidas en esta serie de películas, donde se aunan en una mezcla casi imposible, aquello que una cámara no puede rodar en términos de luz y contraste, ni siquiera con la ayuda de los CGI, con la reproducción casi exacta de los artefactos del rodaje manual, como en ciertas escenas, donde la cámara no puede seguir los rápidos movimientos de los personajes, y estos se le escapan una y otra vez del plano, viéndose obligada a perseguirlos o a volver a buscarlos.
Un extraño y paradójico efecto, el de que la forma más controlada del cine, la animación, sea capaz de reproducir y superar los efectos que se le suponen a las maneras más libres y sinceras, esas que huyen de la planificación y la premeditación, pero es que ocurre que en las mejores producciones de anime, como es este caso, se busca hacer uso de todos los recursos de la técnica y la teoría cinematográfica, rompiendo la secuencia narrativa, rodando escenas desde los distintos puntos de vista de los personajes y esparciéndolas a los largo de la película, montando de manera que se consiga transmitir una idea o un estado mental de los protagonistas, componiendo el plano para conseguir ese mismo resultado y finalmente, obligando al espectador a remontar en su cerebro lo que está viendo, a revisarlo tras la proyección, para así conseguir capturar completamente la película.
Técnica compleja y enrevesada que no es un simple más difícil todavía formal, sino que refleja una complejidad dificultad conceptual y filosófica, encarnada en diálogos ininteligibles, y que las imágenes intentan hacer compresible, apuntando pistas y relaciones, en un magnífico ejemplo y demostración del concepto de adecuación entre fondo y forma, al exigir la complejidad del tema una misma complejidad en su presentación.
Impresionante.
ResponderEliminarMis felicitaciones.
Mis obras son de otro estilo,óleos con .
Desde Argentina.Liliana