Se me hace muy difícil escribir esta entrada, ya que siento que no puedo aportar nada importante a lo que Richard H. Wilnkinson describe en Reading Egyptian Art (Cómo leer el arte egopcio) fuera de recomendar el libro encarecidamente.
Porque me ocurre que este libro me ha hecho contemplar el arte egipcio como nunca se me había ocurrido contemplarlo, ya que desde las primeras páginas se nos trasmite una idea muy simple, remachandola con ejemplos: la dualidad del arte egipcio, al mismo tiempo lenguaje y decoración. O por decirlo más simple que todo jeroglífico es al mismo tiempo una palabra y un dibujo, y que el escriba era al mismo tiempo escribano y dibujante, o por decirlo de otra manera, que el escritor pintaba y el pintor escribía.
¿Y que quiero decir con esta imagen tan enrevesada? Algo muy simple, que el artista egipcio cuando representaba el mundo que le rodeaba o aquel que imaginaba, utilizaba versiones ampliadas de los jeroglíficos utilizados por el escriba, aprovechando los estereotipos codificados en el ideograma, para transmitir los sentimientos, las intenciones, el contexto que necesita una escena para ser interpretados. Es decir, que si nosotros utilizamos las expresiones faciales, las posturas del cuerpo, el mobiliario, el decorado o el entorno, para contar la historia representada, el artista egipcio incorporaba los jeroglíficos necesarios a la obra de arte para hacerla legible, aunque como resultado, a nosotros, su producción nos pueda parecer envarada y estereotipada.
Pero hay más, dado que esos diseños se repetían una y otra vez, en la escritura y en el arte, como texto y como imagen, el arista egipcio no tenía miedo de componerlos para crear seres y objetos quiméricos, formados sólo por jeroglíficos, e introducirlos en la escena junto con los personajes y objetos reales, de manera que al ver ese compuesto, el espectador pudiera literalmente leerlo y averiguar lo que significaba, sirviendo de clave y guía a toda la escena pintada.
Así ocurre con el objeto que he elegido para ilustrar la entrada, un objeto compuesto únicamente por jeroglíficos y cuyo significado y descomposición, siguiendo a Wilkinson, no es otro que
- El Ankh (la cruz con Asa típica de Egipto) que representa la vida y que con sus brazos, transformados en manos, agarra
- Un símbolo de dominio (los bastones)
- Un símbolo de reinado, todo ello colocado bajo
- El símbolo de unión que representa el estado faraónico, al cual se anudan
- el lirio del Alto Egipto
- el papiro del Bajo Egipto, para dejar más clara esa unión entre Alto y Bajo Egipto.
Un concepto abstracto que gracias a los jeroglíficos se convierte en una forma, dotada de belleza y armonía.
Un ejemplo que es una pequeña muestra de todo lo que nos perdemos cuando miramos descuidadamente el arte egipcio, sin ser consciente de ese juego forma/significado, significado/forma al que el artista/escriba se entrega continuamente.
Gracias por no utilizar la palabra intertextualidad... estaba en vilo todo el post!
ResponderEliminarEs que los que nos dedicamos a la programación somos muy sensibles a ese tipo de palabrejas.... ya sabe, sinergias, interactuar, etc, etc....
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