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domingo, 16 de marzo de 2008

Our Hitler (y I)

Apenas he terminado de revisar The World at War, que aún me dará para algunas entradas más de este blog, que mi interés por el periodo histórico representado por el Nazismo y la Segunda Guerra mundiall, me ha llevado a ver un filme-Mammouth de los años 70, Unser Hitler (Nuestro Hitler), de Hans Jünger Syderberg, donde, a lo largo de más de siete horas, se lleva a cabo una meditación alucinatoria sobre el nazismo.

Digo bien, alucinatoria, porque a lo largo del metraje no hay, como podríamos esperar de un film de estas características, un enfoque documental, ése que puede encontrarse en otras obras del mismo periodo, como el ya citado The World at War de la BBC, o el no menos mítico, Shoah de Lanzmann, un enfoque documental, que como es sabido, se basa en tres pilares, la imagen recogida en el momento en que tuvieron los hechos, los testimonios de los protagonistas y la visita en el momento presente, de los lugares en que la historia tuvo lugar.

Nada de eso ocurre en esta cinta. En ella todo es falso, artificial, representado. Sobre un estudio de filmación que en ningún momento se intenta disimular se proyectan imágenes del pasado, grabados, fotos, documentales, mientras que se escuchan las voces de ese mismo pasado. Un escenario en el que se han dispuesto maniquíes, en el que se mueven marionetas representando a los protagonistas de ese tiempo, en el que actores, actuando como si estuvieran sobre el escenario el teatro, simulan ser lo que fueron, se pierden en discursos contradictorios, se vuelven al público y largan largos discursos, divagan, hilvanan, disgresionan, caminan en círculos una y otra vez.

Así una y otra vez, el espectador se ve enfrentado a lo que es el nazismo, o mejor dicho a lo que nos parece ahora el nazismo, treinta años en el pasado cuando se estreno la película, sesenta en este preciso instante: un increíble teatro de marionetas, cuyas ideas nos parecen absurdas, cuyo eclosión, crecimiento y casi victoria total se nos hacen imposibles, a nosotros los hijos de la democracia, la libertad y la abundancia.

¿Es así? ¿O es una ilusión? No es eso lo que nos dice Syderberg. Muy al contrario, la permanencia de Hitler en toda nuestra cultura, parece casi una victoria suya tras la muerte. Si realmente hubiera sido derrotado, arrojado al basurero de la historia, el olvido debía haber caído sobre él, haberlo devorado y destruido. Sin embargo, seguimos escribiendo sobre él, filmando sobre él, volviendo una y otra vez a los seis años de la segunda guerra mundial, reinterpretándolos, reescribiéndolos, juzgándolos, como si en ellos hubiera algun secreto, alguna respuesta a un pregunta horrrible que no nos atrevemos a formular en publico.

Él, el dictador máximo del siglo pasado, el epítome del horror, el paradigma del mal, sigue actuando sobre nosotros, influyendo en como pensamos, en como actuámos, en como queremos que sea el mundo. Sigue siendo, como muy bien expresa Syderberg, nuestro Hitler.

Como si Auschwitz no fuera una excepción en la historia, sino la norma.

O dicho de otra manera...












...como si su sombra pendiese sobre nosotros, amenazante. Como si en cualquier instante, cada uno de nosotros, los hijos de la libertad, la razón y la democracía, pudiéramos comportarnos como esos alemanes de los años 30 y 40 que siguieron sin vacilar las ordenes absurdas de un lunático.

Como si estuviera en nuestra naturaleza, el soñar con humillarnos ante alguien y hacer cesión de nuestra libertad. para así dejar de pensar y ser libres en nuestra esclavitud asumida.

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