sábado, 31 de agosto de 2013

Open Circles

Tomas Struth
En el CaixaForum madrileño - recuerden, ahora es de pago, como bien conviene a un banco - puede aún verse una exposición, mayormente de fotografía, que responde al misterioso nombre de Seducidos por el Arte - Pasado y Presente de la fotografía. Sin embargo, más que un parangón entre artes enemigas, finalmente reconciliadas, como podría desprenderse de las notas a la exposición, la auténtica clave en la que debe leerse la muestra es la de las muchas vueltas, revueltas, transformaciones y metamorfosis que ha sufrido este arte relativamente joven, hasta llegar a no reconocerse a sí misma. Lo cual, por cierto, es común a toda disciplina artística, aunque en algunas se promueva un único modo como si fuera la verdad revelada.

De siempre, se ha venido diciendo como la pintura del siglo XIX tuvo reinventarse frente a la amenaza/reto que le había puesto el arte recién creado. No sé suele decir que en realidad, durante todo el siglo XIX, la fotografía fue una auténtica ancilla pinturae, sometida a la servidumbre de su hermana mayor. Los ojos con que nuestros antepasados decimónicos observaban y juzgaban cualquier imagen eran los de la pintura y el dibujo, de forma que una fotografía, para ser valorada y considerada, necesitaba ser ante todo pictórica, imitar lo que ya se había hecho en la pintura de paisajes o en el retrato, ser pintoresca, de género, en el sentido de la pequeña obra no devocional, destinada a decorar los ambientes burgueses.

viernes, 30 de agosto de 2013

A Proust Odissey: À l'ombre des jeunes filles en fleurs (y III)

Ce n'était peut-être pas, dans la vie, le hasard seul qui, pour réunir ces amies, les avait choisi tous si belles, peut-être ces filles (dont l'attitude suffisait à révéler la nature hardie, frivole et dure) extrêmement sensibles à tout ridicule et à toute laideur, incapables de subir un attrait d'ordre intellectuel ou moral, s'étaient-elles naturellement trouvées, parmi les camarades de leur âge, éprouver de la répulsion pour toutes celles chez qui des disposition pensives ou sensibles se trahissaient par de la timidité, de la gêne, de la gaucherie, par ce qu'elles devaient appeler "un genre antipathique", et les avaient-elles tenues à l'écart; tandis qu'elles s'étaient liées au contraire avec d'autres vers qui les attirait un certain mélange de grâce, de souplesse et d'élégance physique, seule forme sous laquelle elles pussent se représenter la franchise d'un caractère séduisant et la promesse de bonnes heures a passer ensemble. Peut-être aussi la classe à laquelle elles appartenaient et que je n'aurais pu préciser, était-elle à ce point de son évolution où, soit grâce à l'enrichissement et au loisir, soit grâce aux habitudes nouvelles de sport, répandues même dans certains milieux populaires, et d'une culture physique à laquelle ne s'est pas encore ajoutée celle de l'intelligence, un milieu social pareil aux écoles de sculpture harmonieuses et fécondes qui ne recherchent pas encore l'expression tourmentée produit naturellement, et en abondance, des beaux corps aux belles jambes, aux belles hanches, aux visages sains et reposés, avec un air d'agilité et de ruse. Et n'était-ce pas de nobles et calmes modèles de beauté humaine que je voyais là, devant la mer, comme des statues exposées au soleil sur un rivage de la Grèce?

Marcel Proust, À l'ombre des jeunes filles en fleurs 

Quizás no sólo era el zar de la vida quien, para reunir a estas amigas, las había escogido todas tan bellas, quizás estas jóvenes (cuya actitud bastaba para revelar su naturaleza orgullosa, frívola y dura), extremadamente sensibles a todo ridículo y a toda fealdad, incapaces de sentir una atracción de orden intelectual o moral, se habían encontrado entre ellas de forma natura, entre las camaradas de su edad, al sentir repulsión por todas aquellas cuyas inclinaciones meditativas o racionales se traicionaban por la timidez, el embarazo, la torpeza, por eso que ellas debían llamar "un carácter antipático" y las habían mantenido a distancia; mientras que ellas por el contrario se habían unido con otras a las que les atraía una cierta mezcla de gracia, de flexibilidad y de elegancia física, forma única en la que podían representarse con franqueza un carácter seductor y la promesa de buenas horas juntas. Quizás también, la clase a la que pertenecían y que yo no podía precisar, estaba en un punto de su evolución en el que, sea gracias a la riqueza y al ocio, sea por los nuevos hábitos deportivos, extendidos incluso en ciertos ambientes populares, y una cultura física a la que no se ha unido aún la de la inteligencia, un medio social semejante a esas escuelas de escultura fecundas y harmoniosas  que no buscan la expresión atormentada produce naturalmente y en abundancia, de cuerpos hermosos de bellas piernas, de bellas caderas, de rostros sanos y tranquilos, con un aire de agilidad y de treta. ¿Y no eran modelos nobles y serenos de la belleza humana lo que veía yo allí, ante el mar, como estatuas expuestas al sol en una orilla de Grecia?

Hablaba, en la entrega anterior, de como el protagonista de À la recherche..., en el viaje a Balbec que constituye la mayor parte de la narración de À l'ombre des jeunes filles en fleurs, recuperaba su fe en el arte, desmentida una y otra vez en las páginas anteriores, durante una visita al estudio del pintor Elstir.

Sin embargo, antes de esa visita había tenido lugar un suceso no menos importante, que anticipa y prepara ese fortalecimiento de las convicciones más profundas de Proust. Ocurre simplemente que para este escritor, para el protagonista de su ciclo novelístico, el arte, mejor dicho, la belleza no es algo que se encuentre encerrado en los libros, custodiado en los museos, sino que puede experimentarse, sentir su torbellino y arrebato en cualquier momento de nuestra vida. Basta con saber mirar. Basta con saber dotar de contenido, de significado a todos aquellos pequeños incidentes y visiones que de ordinario pasan inadvertidas. En cierta manera, ese mero acto de mirar con sentido  constituye ya un acto de creación artística, el requisito indispensable, aparte por supuesto, del trabajo, la dedicación y el esfuerzo, si se quiere realmente producir algo que realmente valga a la pena, que sepa conmover y transformar a nuestros semejantes.

martes, 27 de agosto de 2013

Art, Past & Politics


En las salas de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando - uno de los muchos museos olvidados de Madrid - se puede visitar una amplia retrospectiva dedicada a un gran fotógrafo español: Rafel Sanz Lobato. Su modo de hacer fotografía se inscribe en la larga tradición del fotoperiodismo surgido en las primeras décadas del siglo XX, una escuela que dotó de voz personal y diferente a la fotografía, distinguiéndola de las demás, especialmente la pintura, por su afán en capturar instantáneas de la realidad, tal y como se producían ante los ojos del fotógrafo, sin embellecerla ni distorsionarla. Esfuerzo de humildad, de simplificación y autenticidad que acabaría por crear una categoría nueva de la belleza.

Dentro de la escuela del fotoperiodismo, Sanz Lobato pertenece a esa familia de fotógrafos/antropólogos que intentan registrar un tiempo, unas gentes, unas cultura, de manera que décadas más tarde puedan servir de testimonio y prueba histórica. Realizadas en un blanco y negro de exquisita elegancia - otro de los rasgos de estilo del buen fotoperiodismo, al menos hasta ayer mismo - las fotografías de Sanz Lobato nos devuelven a una España, la de finales de los 60 y principios de los 70 del pasado siglo, que parece no haber existido nunca. Un país de inmensa pobreza, de miseria e incultura, descolgado de la modernidad y del progreso, y cuyo único rasgo notable es el haber conservado tradiciones con raíces medievales - o incluso anteriores - que en realidad sólo sirven de indicador de la supersitición y la ignorancia en la que se hallan sumidas esas gentes.

Un país, un tiempo, unas formas de vida a las que ninguno de nosotros, habitantes de la Europa global y tecnificada del siglo XXI no quisiéramos volver jamás. Que consideramos como una curiosidad periclitada, buena para observarla como turistas, pero indeseable para vivir en ella.

O al menos ésa es mi opinión. ¿Es también la del fotógrafo?

viernes, 23 de agosto de 2013

A Proust Odissey: À l'ombre des jeunes filles en fleurs (y II)

Quel repos, d'ailleurs, de porter ses lèvres sur ce Beau que jusqu'ici il fallait avec tant de peine extraire de soi, et qui maintenant mystérieusement incarné s'offrait a lui pour une suite de communions efficaces! Elstir a cette époque n'était plus dans la première jeunesse où l'on n'attend que de la puissance de la pensée la réalisation de son idéal. Il approchait de l'âge où l'on compte sur les satisfactions du corps pour stimuler la force de l'esprit, où la fatigue de celui-ci en nous inclinant au matérialisme et la diminution de l'activité à la possibilité d'influences passivement reçues commencent à nous faire admettre qu'il y a peut-être bien certaines corps, certains métiers, certaines rythmes privilégiés, réalisant si naturellement notre idéal, que même sans génie, rien qu'en copiant le mouvement d'un épaule, la tension d'un cou, nous ferions un chef-d’œuvre, c'est l'âge où nous aimons a caresser la Beauté du regard hors de nous, près de nous, dans une tapisserie, dans un belle esquisse de Titien découverte dans un brocanteur, dans un maîtresse aussi belle que l'esquisse de Titien.

Marcel Proust, À l'ombre des jeunes filles en fleurs

Que descanso, por otra parte, posar los labios sobre esa belleza que hasta entonces era preciso extraer con tanto esfuerzo de uno mismo, y que ahora, misteriosamente encarnada, se le ofrecía para un suerte de eficaces comuniones. Elster, en ese época, ya no estaba en la primera juventud en la que se espera que la potencia del pensamiento lleve a la realización del ideal. Se aproximaba a esa edad en la que se cuenta con las satisfacciones corporales para estimular la fuerza del espíritu, cuya fatiga nos inclina al materialismo y la disminución de la actividad a la posibilidad de influencias recibidas pasivamente comienza a hacernos admitir que puede haber ciertos cuerpos, ciertos materiales, ciertos ritmos privilegiados, que realizan de forma tan natural nuestro ideal, que incluso sin genio, simplemente copiando el movimiento de un hombro, la tensión de un codo, crearíamos una obra maestra. Es la edad en la que amamos acariciar la belleza vista fuera de nosotros, cerca de nosotros, en una tapicería, en un bello esbozo de Ticiano descubierto en un tapicero, en una amante tan bella como ese esbozo de Ticiano. 

Comentaba, en la entrada anterior, como tras el  nombre optimista de la segunda novela del ciclo Proustiano, se esconde en realidad la crónica de una decepción, la manera en la que el joven protagonistas descubre que el arte, el amor, la vida en general, no responde a sus elevados ideales. ¿El resultado? Dejarse llevar, no esperar nada, no intentar nada, puesto que ningún beneficio habrá de obtenerse y la única recompensa será dolor y frustración.


Muy cierto, pero también completamente falso.

jueves, 15 de agosto de 2013

A Proust Odissey: À l'ombre des jeunes filles en fleurs (y I)

Mais la variété des défauts n'est pas moins admirable que la similitude des vertus. La personne le plus parfaite a un certain défaut qui choque ou qui met en rage. L'une est d'une belle intelligence, voit tout d'un point de vue élevé, ne dit jamais de mal de personne, mais oublie dans sa poche les lettres les plus importantes qu'elle vous a demandé elle-même de lui confier, et vous fait manquer ensuite un rendez-vous capital, sans vous faire d'excuses, avec un sourire, parce qu'elle met tout sa fierté à ne jamais savoir l'heure. Un autre a tant de finesse, de douceur, de procédés délicats, qu'il ne vous dit jamais de vous-même que les choses qui peuvent vous rendre heureux, mais vous sentez qu'il tait, qu'il en ensevelit dans son cœur, où elles aigrissent, de toutes différentes, et le plaisir qu'il a vous voir lui est si cher qu'il vous ferait crever de fatigue plutôt que de vous quitter. Un troisième a plus de sincérité, mais la pousse jusqu'à tenir a ce que vous sachiez, quand vous vous étiez excusé sur votre état de santé de ne pas être allé le voir, que vous avez été vu vous rendant au théâtre et qu'on vous a trouvé bonne mine, ou qu'il n'a pu profiter entièrement de la démarche que vous avez fait pour lui, que d'ailleurs déjà trois autres lui ont proposé de faire et dont il ne vous est ainsi que légèrement obligé. Dans les deux circonstances, l'ami précédent aurait fait semblant d'ignorer que vous étiez allé au théâtre et que d'autres personnes eussent pu lui rendre le même service. Quant à ce dernier ami, il éprouve le besoin de répéter ou de révéler à quelqu'un ce qui peut le plus contrarier, est ravi de sa franchise et vous dit avec force: "Je suis comme cela".

Marcel Proust, À l'ombre des jeunes filles en fleurs.

Pero la variedad de los defectos no es menos admirable que el parecido de las virtudes. La persona más perfecta tiene algún defecto que sorprende o provoca la cólera. Uno de ellos es de gran inteligencia, observa todo desde lo alto, no habla mal de nadie, pero olvida en el bolsillo las cartas más importantes, ésas que el mismo os a pedido que le confiéis, y os hace perder una cita capital, sin excusarse, con una sonrisa, porque todo su orgullo está en no saber nunca la hora. Otro tiene tanta finura, tanta dulzura, un trato tan delicado, que sólo os cuenta aquello que puede alegraros, pero se percibe que calla, que entierra en su corazón, donde se agrían, otras cosas muy diferentes, y el placer que tiene en veros es tan grande que os matará de fatiga antes de dejaros. Un tercero es más sincero, pero lo lleva al extremo de hacer que sepáis, cuando os habéis excusado por razones de salud de no haberle visitado, que os han visto yendo al teatro y que teníais buena cara, o que el no ha hecho uso del trámite que habíais preparado, porque otras tres personas ya le habían propuesto hacerlo y que por tanto, no os debe nada. En estas dos circunstancias, el amigo anterior habría fingido saber que habíais ido al teatro y que otras personas podrían hacerle el mismo servicio. Mientras el último amigo, el siente la necesidad de repetir o de revelar a cualquiera aquello que puede contrariarle, se enorgullece de su franqueza y os dice a la cara: "Yo soy así".

En esta relectura del ciclo de À la recheche du temps perdu, estoy haciendo el esfuerzo de conocer las circunstancias que llevaron a la génesis de las novelas de Proust. Ha sido toda una sorpresa, ya que mi falsa idea era que el plan general estaba en pie desde un principio, mientras que el largo proceso de maduración y elaboración, de más de una década (1909-1922) produjo que el resultado final fuera muy distinto al que Proust tenía en mente al principio.

miércoles, 14 de agosto de 2013

Terrae Incognitae




Si hubiéramos de creer a lo que dicen las televisiones generalistas, ahora mismo sólo habría una exposición abierta en el MNCARS madrileño: la de Dalí. Peor aún, casi parecería que esa institución fue fundada sólo para albergar esa retrospectiva. Sin embargo, en mi opinión, en ese mismo edificio se puede visitar otra exposición mucho más importante e interesante, puesto que si la de Dalí sólo se propone atraer a las masas ofreciendo una versión edulcorada del pintor surrealista - lo de los niños extasiados admirando sus blasfemias habría hecho babear de gusto al artista cadaqués -, la así llamada "+-1961" sirve para dar a conocer - e invitar a perderse en su recovecos - al aficionado al arte contemporáneo.

Digamos que ahora mismo cualquier amante del arte que se precie admira - salvo algún que otro irreductible - el arte realizado por las vanguardias históricas. Sin embargo, cuando se traspasa el umbral de la segunda guerra mundial, sus conocimientos empiezan a flaquear. Muchos recuerdan - recordamos - los nombres más notables del expresionismo abstracto americano - Pollock y Rothko - o de los informalismos europeos - Dubuffet y los muchos españoles, como Saura, Millares y demás -. Incluso quedan como grandes figuras ciertas personalidades del arte pop de los sesenta, como es el caso de Rauschenberg o Warhol, pero más allá todo queda confundido en una larga lista de nombres y movimientos entre los que no es posible establecer una gradación ni apenas diferencias.

sábado, 3 de agosto de 2013

A Proust Odissey: Du côte de chez Swann (y IV)

Même quand il ne pensait pas à la petite phrase, elle existait latente dans son esprit au même titre que certaines autres notions sans équivalent, comme les notions de la lumière, du son, du relief, de la volupté physique, qui sont les riches possessions dont se diversifie et se pare notre domaine intérieur. Peut-être les perdrons-nous, peut-être s'effaceront elles, si nous retournons au néant. Mais tant que nous vivons, nous ne pouvons pas plus faire que nous ne les ayons connues que nous le pouvons pour quelque objet réel, que nous ne pouvons par exemple douter de la lumière de la lampe que on allume devant les objets métamorphosées de notre chambre d'où s'est échappé jusqu'au souvenir de l'obscurité. Par là, la phrase de Vinteuil avait, comme tel thème de Tristan, par exemple, pris quelque chose d'humain qui était assez touchant. Son sort était lié a l'avenir, à la réalité  de notre âme dont elle était un des ornements les plus particuliers, les mieux différenciés. Peut-être est-ce le néant qui est vrai et tout notre rêve est-il inexistant, mais alors nous sentons qu'il faudra que ces phrases musicales, ces notions qui existent par rapport a lui, ne soient rien non plus. Nous périrons, mais nous avons pour otages ces captives divines qui suivront notre chance. Et la mort avec elles a quelque chose de moins amer, de moins inglorieux, peut-être de moins probable.

Marcel Proust, Du Côte de Chez Swann.

Incluso cuando no pensaba al pequeño tema, él existía latente en su mente de las misma forma que otras nociones sin equivalencia, como la noción de la luz, del sonido, del relieve, del placer físico, que son las ricas posesiones en las que se diversifica y se adorna nuestro dominio interior. Quizás las perdamos, quizás se borrarán, si volvemos a la nada. Pero en tanto que vivamos, no podemos simular que no las conocemos de las misma manera que no podemos desconocer cualquier objeto real, que no podemos dudar de la luz de la lámpara que nos ilumina los objetos transformados de nuestra habitación de la que ha huido hasta el recuerdo de la obscuridad. Por ello, el tema de Vinteuil tenía, como cierto tema de Tristan, por ejemplo, asumido cierto aspecto humano que era conmovedor. Su destino estaba ligado al futuro, a la realidad de nuestra alma del cual era uno de los adornos más particulares, de los mejor diferenciados. Quizás es la nada la que es cierta y todo nuestro inexistente, pero entretanto sentimos que es preciso que esos temas musicales, esas nociones cuya existencia depende de su relación con ellos, tampoco sean ya nada. Moriremos, pero tenemos como rehenes unos cautivos divinos que compartirán nuestra suerte. Y morir con ellos tiene algo de menos amargo, de menos infamante, quizás de menos probable.

Esa prefiguración, aunque no completamente consciente, de todo lo que À la recherche pretende contarnos, que es Un amour de Swann, se convierte en una refutación implacable de todo sentimiento amoroso, nada que vestimos de acuerdo a nuestros caprichos sin que tras ella existan correlato real alguno. Por supuesto, quien dice amor, se refiere a cualquiera de nuestras pasiones, nuestro deseo de figurar, de ascender, de recibir el reconocimiento y la adulación de nuestros semejantes, cimientos de nuestra estima que son tan frágiles como si fueran de arena, y a los que una variación en el gusto, en el humor de la sociedad o la opinión de las modas, puede derrumbar en un único instante.

No hay salida por tanto, parece querer decirnos Proust. Pero repentinamente, en el momento de mayor desesperación aparece la posibilidad de una salida, de la salvación, aunque Swann no llegue a entenderla por completo, sólo a presentirla, y por tanto, sea incapaz de encaminar sus pasos y sus acciones hacia ella.